Estábamos en reunión de equipo, coordinando las actividades del mes y en esta ocasión, llegó mi turno de elaborar la oración por los hacedores de paz, y dije: ¿sobre qué puedo hacerla?, Juan me dijo: escribe sobre la amenaza que recibió la comunidad de El Guayabo esta semana, Pierre me sugirió escribir sobre el nordeste antioqueño, el recrudecimiento de la violencia, los enfrentamientos, el secuestro y posterior asesinato de un líder social de ese territorio y Jhony por su parte, me sugirió que escribiera sobre las retenciones de los acompañantes internacionales por parte de paramilitares, y pensé: ¡qué profunda y eterna es esta violencia! donde nos sobran las tragedias y los miedos para pedir por sus oraciones.
Sin embargo, en medio de todo esto, una noticia más íntima y no por ello menos dolorosa nos llegó al equipo. Murió Arturo Gonzalez Pessinatti, el psicólogo que nos acompañaba a dos personas del equipo Colombia, una de ellas soy yo; ojalá me hubiesen fluido palabras más literarias, reflexivas o profundas, pero no, es difícil encontrar palabras en medio de tan profundo silencio, ante esta pérdida, no hubo prosa.
En ECAP creemos firmemente en la salud mental y cómo su cuidado es fundamental para la consecución ideal, o por lo menos más sana, de nuestro trabajo, ECAP busca que todes les trabajadores tengan apoyo y acompañamiento según sus necesidades, creencias y contextos. Yo contaba con Arturo, él me acompañó por 2 años y medio, hablamos sobre la depresión, la ansiedad, el trauma vicario, el acoso y el abuso sexual, el estrés postraumático, sobre la memoria, la jodida resiliencia, el odio, el perdón… Arturo no sólo me ayudó a sobrellevar mis cargas y aliviar mis dolores, él me compartió su conocimiento, pero sobre todo, su humanidad, me vio rota y unimos los pedazos juntes, me hizo llorar, pero tantas veces me hizo reír, me escuchó cada palabra, y a la vez, me ayudó a escucharme a mí misma, y le extrañaré con cada historia que ya no pueda contarle; le extrañaré, es así de simple, así de crudo y así de cruel.
Como organización, hablamos a diario sobre el acompañamiento internacional y solidario que hacemos con nuestres organizaciones y comunidades socias en cada uno de los países donde les ecaperes hacemos presencia, pero no hemos hecho tanto énfasis sobre cómo al lado de nosotres, también caminan quienes nos acompañan, quienes también hacen posible nuestro trabajo. Considero que Arturo fue un gran ecapero, un constructor de paz, que acompañó a este par de ecaperes que hoy caminamos en solidaridad por el Magdalena Medio, y aunque él nunca pisó esta tierra, gracias a su acompañamiento hizo que nuestros pasos fueran firmes y pudiéramos seguir la marcha, seguir la vida…
Hoy, pido oraciones para él, que la tierra le sea leve, hoy escribo para honrarle ante todos ustedes, para exaltar su contribución en la educación y atención a la salud mental. Pido oraciones por todes aquellas personas que ya dejaron de acompañarnos en este plano, pero su memoria, amor y legado, nos sigue guiando, y extiendo un amoroso reconocimiento para quienes siguen siendo esa red que nos sostiene e iluminan con su luz, especialmente, cuando quedamos a oscuras y perdides en medio del camino.
Gracias a todas, gracias, Arturo.
Siempre en nuestra memoria, siempre presentes, presentes, presentes.
