Esta semana, en Agua Prieta, Sonora, México; en Douglas, Arizona, Estados Unidos, y alrededor del mundo, las personas migrantes y las comunidades solidarias con ellas se han unido para recordar a las personas ‘Migrants, missionaries of hope (Peregrinos de Esperanza, en español) y para celebrar con la Iglesia Católica Romana la 111.ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. El Papa León XIV, líder de esa iglesia, ha dicho: “En un mundo oscurecido por guerras e injusticias, incluso allí donde todo parece perdido, los migrantes y refugiados se erigen como mensajeros de esperanza”.
Una persona defensora de las personas migrantes aquí en Arizona dijo que “las personas que emigran” – que lo arriesgan todo para encontrar un lugar mejor – aunque no lo consigan, son verdaderos héroes y verdaderas heroínas. Son ellas quienes tuvieron la valentía de marcharse y dirigirse hacia lo desconocido. De hecho, su valentía, tenacidad y resiliencia son un testimonio constante de su esperanza en un futuro de paz, respeto y dignidad.
Imaginemos que todos los países acogieran a las personas migrantes como mensajeras de esperanza. ¿Qué pasaría si se les diera la bienvenida y se les diera trabajo en lugar de encarcelarlas? ¿Qué pasaría si se reconociera la tenacidad y la resiliencia de las personas trabajadoras de la construcción, las jornaleras agrícolas, las trabajadoras sanitarias y les conserjes como testimonio de un futuro mejor? ¿Y si se tratara a las personas migrantes y refugiadas con respeto y se les ofreciera dignidad? ¿Y si todo el mundo imitara el ejemplo de valentía y asunción de riesgos que ofrecen las personas migrantes?
Recordemos todes el Día Mundial del Migrante y del Refugiado, acompañemos a las personas migrantes en su camino, afirmemos el testimonio de esperanza que ofrecen las personas migrantes, sacrifiquémonos y asumamos riesgos para ayudar a las demás personas, trabajemos por un futuro mejor.
Dios de amor y misericordia,
Tú que conoces el corazón de cada persona,
y acompañas a los que sufren y buscan refugio.
Hoy te presentamos a los
millones de hermanos y hermanas
que han sido desarraigados de sus hogares,
víctimas de la violencia, la persecución y la injusticia.
Abre nuestros ojos para ver su dolor,
nuestros oídos para escuchar su clamor,
y nuestros corazones para acogerlos con amor.
Inspíranos a ser instrumentos de tu paz y tu consuelo,
a construir una sociedad más justa y fraterna,
donde nadie sea extranjero y todos encuentren un hogar.
De la ‘Prayer Guide for the Jubilee of Migrants and Refugees’ (Guía de Oración para el Jubileo de las Personas Migrantes y Refugiadas), de Renan Bersola.
