La historia que se cuentan entre las personas aldeanas es que ECAP ha traído de vuelta a su hija, nos cuenta Harya*. Ella es una madre que había perdido a dos hijes y luego encontró a una. Su hija Zhyan* regresó a casa pocos días después de nuestra última visita, tras cuatro años de compromiso con el ‘PKK’ (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) en una base montañosa desconocida.
Mientras las fuerzas especiales turcas se preparaban para invadir la aldea natal de Harya, situada al pie de una alta cordillera del Kurdistán meridional, mataron a su hijo en un ataque deliberado con drones. A continuación, entraron en la aldea y comenzaron a construir bases en las colinas y en las cimas de las montañas circundantes.
Zhyan, en su dolor y rabia por el asesinato de su hermano mayor, se había ido de casa y se había unido al ‘PKK’ para luchar contra la invasión turca. Durante cuatro años, su familia no había sabido nada de ella. Durante esos años, mientras acompañábamos a la familia, Harya nos ha contado a menudo el dolor que siente por haber perdido no solo a su hijo, sino que a su hija también. ¡Y entonces, su hija regresó! Zhyan dejó atrás la guerra para cuidar de su madre y padre en la ancianidad.
Qué lindo sería terminar aquí la historia. Sin embargo, en una aldea donde las vidas tuvieron que readaptarse bajo la sombra de la ocupación turca, haber recibido la etiqueta como “familia del PKK” ha convertido la vida de la familia en una lucha constante, no solo por los ingresos esenciales, sino también por la supervivencia. Harya había recorrido todas las casas de la aldea, suplicando que le dieran trabajo a su hijo. Pero nadie quería hacerlo.
Un día, su hijo fue con un grupo de aldeanos a recolectar plantas silvestres cerca de una base turca. Junto con un amigo, se separó del grupo. Los amigos entraron en pánico ante la posibilidad de ser atacados por las personas soldado. Cuando Harya, sin saber dónde estaba su hijo, oyó un disparo de rifle procedente de la base, corrió hacia las personas soldado suplicándoles que no mataran a su hijo. Las personas soldado la escucharon y ayudaron a su hijo a abandonar la zona ileso.
La familia de Harya y otras personas aldeanas comenzaron a practicar la resistencia no violenta, sin llamarla así. Se organizan colectivamente y caminan en grandes grupos para recolectar plantas silvestres. Desarrollaron formas de negociar con las personas soldado turcas para acceder a sus propias tierras agrícolas bloqueadas. Harya y su hija, como medida de protección, dejan sus documentos de identidad en casa cuando tienen que pasar por los puestos de control fronterizo turcos y se protegen de ser identificadas moviéndose en grandes grupos, con el rostro cubierto, como hacen les agricultores en las montañas.
La historia continúa. Al igual que la resistencia de la familia de Harya, junto con otras mil, bajo la sombra de las 139 bases militares turcas que ocupan las regiones fronterizas del Sur del Kurdistán. Por favor, siga orando por estas familias. Llévelas en sus corazones e inclúyalas en sus conversaciones. Conéctese con ellas uniéndose a una de nuestras próximas delegaciones. Aumente la importancia de las negociaciones de paz a medida que estas avanzan con cautela. Únase a la lucha apoyando al equipo de ECAP en el Kurdistán Iraquí para que continúe acompañándoles.
* Los nombres han sido cambiados por razones de seguridad.
