La ciudad de Hebrón está construida sobre hermosas colinas que la rodean. Las calles bullen de coches y de gente, y están llenas de vida. Es una de las ciudades continuamente habitadas más antiguas del mundo.
En el centro de la ciudad moderna, se puede cometer la equivocación de pensar que está dividida, pero eso cambia al entrar en el casco antiguo. Grandes portones metálicos bloquean el paso con pesadas puertas giratorias que sólo permiten el paso de una persona a la vez. Se atraviesan las puertas y se entra en una cabina donde personas soldado de las Fuerzas de Ocupación Israelíes (IOF, por sus siglas en inglés), fuertemente armadas, cuestionan el motivo del paso. Algunas de las calles tienen rejas metálicas para proteger a las personas palestinas de los colonos israelíes que les arrojan piedras y están divididas por muros de hormigón y de alambre de espino. Cientos de cámaras vigilan las calles de Hebrón. Las personas soldado apostadas en puestos que dominan las calles vigilan continuamente y someten a registros arbitrarios. No hay legalidad ni ilegalidad, sólo la voluntad de la persona soldado.
Pero, ¿qué protegen estas personas soldado? Protegen los asentamientos del casco antiguo de Hebrón. Los asentamientos eran principalmente casas en las que vivían familias palestinas hasta que llegaron los colonos israelíes y las echaron con la ayuda del ejército israelí. Los colonos ocupan las antiguas casas palestinas o las derriban y construyen otras nuevas encima.
A las personas palestinas se les prohíbe utilizar algunas calles, como la Calle Al Shuhada, la calle principal con cientos de tiendas hace un tiempo atrás. Todas estas tiendas han sido cerradas. Muchas personas perdieron sus casas, y aún más perdieron sus negocios. Las personas palestinas que habían vivido en la zona durante generaciones — que no podían llamar hogar a otra vivienda — fueron desalojadas por personas que nunca habían pisado la ciudad antigua pero que, al acceder a la ciudadanía israelí, obtuvieron permiso para ocupar esas viviendas. La ocupación de los colonos fue posible gracias a la abrumadora presencia militar de las ‘IOF’ y respaldada por el apoyo incondicional de Estados Unidos y países de Europa.
Los asentamientos son ilegales y son totalmente improcedentes; no es sólo mi opinión, sino también la conclusión del Tribunal Internacional de Justicia, que dictaminó el 19 de julio del 2024 que todos los asentamientos de Cisjordania son ilegales. Además, ordenó que Israel retirara a todos los colonos y a las ‘IOF’ del territorio y dejara de utilizar los recursos naturales del pueblo palestino. Esta sentencia no es vinculante para Israel, pero la presión internacional para que la cumpla es cada vez mayor.
Las personas soldado nos dijeron repetidamente que no debíamos ir a la zona H1 (zona controlada por la Autoridad Palestina) porque sería peligroso, pero nunca he sentido más miedo que estando delante de un soldado israelí. En cuanto salí de la zona H2 (zona controlada por Israel) y entré en la H1, sentí alivio y se me quitó mucha presión de mis hombros.
En cada tienda que visitábamos, las acogedoras personas comerciantes nos invitaban a tomar un café y a charlar. Las personas palestinas son las personas más cálidas y acogedoras que he conocido. No puedo ni empezar a contar las veces que nos invitaron a comer, y siempre fue un buen momento. Aunque han sufrido mucho, las personas palestinas han conservado su carácter amable y acogedor.
A menudo, la gente quiere convertir esta cuestión en un asunto religioso. Pero lo cierto es que se trata de una cuestión entre personas que han vivido en Cisjordania toda su vida y que han sido desplazadas de sus hogares por una fuerza militar invasora que ha ocupado sus casas y sus tierras. Según el Tribunal Internacional de Justicia, la ocupación y la construcción de asentamientos son un delito, y el llamamiento es claro: el gobierno israelí debe actuar en consecuencia y, retirar a sus colonos y a la fuerza militar que los protege.
