Mantengamos viva la solidaridad

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A raft in the foreground parked on a seaside port with the city in the background

Durante el último año, los flujos migratorios en el norte del Egeo han cambiado. Las grandes embarcaciones repletas de personas que antes llegaban — cargadas de miedo, esperanza y recuerdos de los lugares que habían dejado atrás — ya no están aquí. La guardia costera griega continúa con sus expulsiones de personas migrantes, lo que hace que la travesía sea casi imposible para cualquiera que lo intente. Los arrestos continúan, y quienes se atreven — a menudo porque les traficantes les chantajean — no solo arriesgan sus vidas, sino que también se enfrentan a condenas que pueden destruirles para siempre.

Las rutas han cambiado. Muchas personas ahora optan por cruzar desde el sur del país a través de Creta. Enormes embarcaciones, repletas de gente, recorren inmensas distancias por aguas inciertas, aferrándose a la esperanza de llegar a un lugar seguro.

Este ciclo seguirá repitiéndose. Las rutas cambiarán, las direcciones se modificarán, las nacionalidades serán diferentes, pero los desplazamientos violentos nunca cesarán. Las guerras no se detendrán, y debemos oponernos siempre a esta opresión — luchando por una vida sin violencia, sin desarraigos forzados.

Lo más importante es recordar que nos tenemos les unes a les otres; mantener viva la solidaridad y estar al lado de todes aquelles que luchan por sobrevivir. La solidaridad nos da fortaleza.

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Esta semana, en Agua Prieta, Sonora, México; en Douglas, Arizona, Estados Unidos, y alrededor del mundo, las personas migrantes y las comunidades solidarias con ellas

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