En la tarde del 14 de junio del 2023, una noticia espantosa comenzó a circular en los medios de comunicación griegos e internacionales. Un barco pesquero con aproximadamente 750 personas a bordo se hundió cerca de la zona de Pylos, en el sur de Grecia. El trágico resultado: 81 personas muertas confirmadas, 104 personas sobrevivientes y más de 550 personas «desaparecidas» (que ahora se pueden dar por muertas).
Este horrible naufragio hizo notorio una vez más (y de la manera más brutal)—las consecuencias mortales del violento régimen fronterizo de Europa. Las ilegales expulsiones de personas migrantes que se están llevando a cabo en el Egeo y las constantes restricciones al derecho de asilo son sólo algunas de las prácticas fronterizas más destacadas que están obligando a las personas a tomar rutas mucho más largas y peligrosas en su intento de llegar a otros países europeos.
Unos días después del naufragio, personas activistas escribieron el lema ‘Tourists, enjoy your cruise in Europe’s biggest migrant cemetery’ (Turistas, disfruten de su crucero en el cementerio de inmigrantes más grande de Europa) en una pancarta colgada en el puerto de Salónica, en el norte de Grecia, mientras grandes cruceros llegaban para hacer escala en la ciudad. Este eslogan enfatiza sarcásticamente la trágica ironía del privilegio: que algunas personas pueden viajar con comodidad y lujo en las mismas aguas donde unos días antes cientos de personas—anónimas y probablemente consideradas menos humanas—fueron abandonadas para que se ahogaran. Por supuesto, no olvidamos que aparte de ser un cementerio, el Mediterráneo se ha convertido en un inmenso escenario del crimen.
Ahora, dos meses después de este enorme y mortal naufragio, nada parece haber cambiado. Por el contrario, el idílico verano griego, tan publicitado, continúa con fuerza, con turistas de todo el mundo que llegan y disfrutan de sus vacaciones.
Todes nosotres, que nos negamos a olvidar, debemos unirnos para exigir justicia para las víctimas y solidarizarnos con las personas sobrevivientes, así como con las familias y amistades de quienes murieron.
Todes debemos unirnos para exigir una investigación independiente que garantice la transparencia y la rendición de cuentas sobre las causas de este crimen.
El llamado a inmediatamente poner fin a las prácticas sistémicas de violencia fronteriza y a lograr un paso seguro para todas las personas es ahora más fuerte que nunca.
Nuestras voces deben ser más fuertes que nunca.
Oramos por todas esas vidas que se perdieron de manera tan brutal, violenta e injusta.
¡Prometemos que no les olvidaremos!