¡Rompiendo la barrera del idioma! Un desafío personal inmenso y por el cual he viajado hasta Lesvos, Grecia, paradójicamente a familiarizar con el idioma inglés. Este fue el plan que desde el equipo Colombia de ECAP se planeó para que yo aprovechara mi asistencia a la conferencia en Ginebra de la UPC/A luego de la cual estaré por dos meses en la isla griega.
Desde el principio he estado muy nervioso, porque por muchos años aprender inglés no ha sido mi deseo, pero acepté la propuesta del equipo para que me animara a prepararme mejor para estudiar dicho idioma. Confieso que es algo arriesgado porque la verdad mi nivel es muy bajo, más si se trata de expresarme. Entiendo muchas cosas cuando escucho a alguien hablar en inglés, pero casi nunca me he arriesgado a hablar.
Estoy pensando, ¿es un miedo interiorizado?, es posible, pues para mí es el idioma del imperialismo, y desde pequeño le he tenido aversión. Pero atendiendo el desafío de mi equipo decidí aceptar. Movernos de nuestro espacio de confort es una de las prácticas que realizamos en ECAP, y esto no se hace por capricho o por imposición, se trata de un lugar incómodo donde nos desafiamos a reconocer nuestros propios privilegios.
No es mucho tiempo, dos meses son poco para aprender un idioma en contexto, pero el objetivo es dar el primer paso y motivarme a seguir estudiando. En esta tarea, el equipo ECAP de Solidaridad con Migrantes en la Región Egea ha sido bastante solidario y gracias a ellas se logró que yo pudiera viajar a Lesvos.
Me siento muy privilegiado de estar aquí, creo que pocas personas tienen esta oportunidad, pero es inevitable no sentirme mal al ver que muchas personas en Lesvos no pueden llegar con la libertad de movilidad y recursos que yo llegué, y tampoco con los privilegios de permanecer un tiempo que sea su libre elección.
Yo elegí venir a Grecia, con el privilegio de cruzar fronteras de forma “legal”, asunto que por cierto sigue siendo parte del problema. Los muros y barreras migratorias, en este caso las europeas que han sido tan polémicas en los últimos 10 años, principalmente por la estigmatización de quienes están en busca de una oportunidad (¡migrar no es ilegal!). Si bien el pasaporte colombiano aún es bastante estigmatizado, favorece en la actualidad un alto flujo de viajeros a este continente. Pero ese no es el tema de fondo.
Jamás podría ponerme en el lugar y tener la voz por quienes han sufrido la barbarie de una prisión por querer cruzar una frontera, no estoy en su lugar evidentemente, pero al llegar aquí me hecho muchas preguntas y he tratado de entender como se pudieron sentir en diferentes situaciones.
El idioma es una de esas barreras que aún nos separa, si bien es una riqueza cultural, yo me pregunto ¿Qué se siente no poder decir lo que sientes?, ¿cómo hacerse entender cuando no sabes pronunciar o entender el idioma a donde llegas a buscar refugio? Estos días he sentido un temor profundo, las palabras no me salen, parece que me hubieran despojado de ellas, es una sensación muy extraña; no ha sido fácil.
Además del despojo ocasionado por las guerras, la desigualdad, y la violencia estructural, ¿son despojados de su voz y su palabra quienes encuentran una frontera en su intención de migrar? Insisto, no puedo hablar por ellas y ellos; pero pensé que quizá así se deben sentir, una sensación de soledad al no poder alzar la voz, al no poder comunicarse, al sentirse despojado de lo más vital que es un refugio, un techo, comida, un abrazo, una palabra.
Sin embargo, en mi caso ha sido evidente el funcionamiento de una red de solidaridad que se teje a través de las fronteras. Aquí he conocido personas que hasta ahora me han brindado su palabra de apoyo; pero veo que también lo hacen por otras, aquel que busca refugio lo que más espera es una mano amiga.
Como socios locales y conocidos del equipo ECAP, Volunteers For Lesvos y No Border Kitchen me han brindado sostenimiento como voluntario mientras estoy tratando de mejorar mi estudio del inglés, agradezco profundamente sus actos solidarios para conmigo.
Como decía anteriormente, las políticas europeas han sido violentas, excluyentes y han generado diferentes formas de exclusión, no soy quién para hablar de ellas porque no lo he vivido en carne propia, y tampoco he trabajado al respecto. Pero algo es claro, quienes en el mundo estamos tejiendo redes de solidaridad intentamos buscar un lugar común con otras y otros que sufren la violencia. La solidaridad también es intentar, así sea por un segundo ponerse en el lugar de otras, y tratar de buscar alternativas de cambio.
La solidaridad es un lenguaje que abraza, que se entiende con una mirada, un gesto, si se quiere, un idioma que es universal. En ECAP hemos trabajado por muchos años en profundizar relacionarnos desde este lenguaje; con personas migrantes y refugiadas, víctimas de bombardeos, y comunidades campesinas. Gente afectada por la violencia sistémica y estructural, por la guerra y los sistemas de opresión. Por eso les consideramos socies en muchos lados del mundo donde tenemos presencia por medio de un programa.
En esa medida, encontramos también en los lugares donde estamos redes de apoyo y solidaridad que sostiene nuestro trabajo; personas y otras organizaciones de diferentes geografías y culturas que nos permiten seguir creyendo en que hablar y practicar el lenguaje de la solidaridad es aún posible.
Finalmente, la solidaridad no pregunta: ¿a qué vienes a aprender inglés a Lesvos? Solo se practica y se manifiesta, ¿en qué podemos ayudarte? Y esa es la premisa principal con la que espero aprender en estos dos meses de atreverme a romper fronteras.