Los disparos de la Guardia Costera griega contra las embarcaciones que transportan personas migrantes en el Mar Egeo han aumentado en frecuencia: no se trata de un fenómeno nuevo – pero desde el verano del 2024 han aumentado a un ritmo acelerado. La Guardia Costera ha estado utilizando munición real contra personas desarmadas que simplemente intentan llegar a Europa, a menudo huyendo de otras partes del mundo donde corren el riesgo de que les disparen. Desde julio del 2024, los incidentes en los que la Guardia Costera Griega ha disparado contra lanchas rápidas que transportaban personas migrantes se han concentrado en torno a las Islas de Symi y Rodas. Sin embargo, también se han registrado tiroteos similares cerca de Kos, Quíos y otros lugares. Les guardacostas han culpado sistemáticamente a les traficantes y a las propias personas migrantes de los tiroteos. Nunca sabremos si lo que afirman les guardacostas es válido, ya que ninguna autoridad competente ha investigado los tiroteos.
El 23 de agosto del 2024, una patrullera griega avistó una lancha rápida cerca de Symi y ordenó a la embarcación que se detuviera. Cuando la embarcación hizo caso omiso de las órdenes, les guardacostas abrieron fuego, y un hombre de 39 años, probablemente de Kuwait, murió de una herida de bala. Les guardacostas afirmaron que habían disparado al aire y luego “al motor”. Ninguna persona agente ha sido detenida por el incidente.
Las autoridades griegas emplean tácticas peligrosas y a veces letales contra las personas migrantes. Las expulsiones de personas migrantes se han convertido en rutina, lo que implica la expulsión ilegal de personas migrantes. Durante años, las organizaciones de derechos humanos han documentado cómo estas acciones ponen en peligro vidas y privan a las personas de sus derechos fundamentales, incluida la posibilidad de solicitar asilo. Pero ahora, no sólo las ponen en peligro—sino que les disparan.
Las autoridades griegas defienden su actuar alegando que se enfrentan a tácticas cada vez más agresivas de les traficantes, quienes utilizan lanchas rápidas y maniobras peligrosas para eludir su captura. La verdad es lo contrario: las rutas son cada vez más caras, largas y arriesgadas precisamente porque acceder a Europa de forma legal y segura se ha vuelto imposible.
No podemos vivir en Soweto y fingir que no oímos los disparos que resuenan en la noche. No podemos vivir cerca de los campos de algodón y fingir que no sabemos quién sangra por nuestra ropa. No podemos caminar por las calles de Phnom Penh e ignorar las sombras del pasado en cada esquina. No podemos pasear junto al Río Níger y hacer como si no viéramos sus aguas manchadas de petróleo. Y no podemos seguir nadando en el Mar Egeo cada verano mientras fingimos que no es una de las mayores fosas comunes del mundo.
Oramos por el cese inmediato de los tiroteos contra personas migrantes, para que prevalezca la justicia y se establezcan vías legales, seguras y accesibles para la migración a Europa.