El domingo 2 de marzo del 2025, ECAP se unió a cientos de personas en Toronto para protestar contra la ‘Annual Prospectors and Developers Association of Canada Convention’ (Convención Anual de la Asociación de Prospectores y Desarrolladores de Canadá, PDAC, por sus siglas en inglés). Muchas personas canadienses desconocen este enorme evento y el rol dominante de Canadá en el sector minero mundial: 75% de las empresas mineras del mundo tienen su sede en Canadá, en gran parte debido a la laxitud de la normativa que regula las operaciones mineras en el extranjero. Cada año, la ‘PDAC’ presume de reunir en su convención a más de 27,000 personas asistentes de 135 países. Afirman que, la “[PDAC] es la voz lider de la comunidad de exploración y desarrollo de minerales, una indusria que emplea a más de 665,000 personas y contribuyó con $125,000 millones de dólares al PIB de Canadá en el 2021.” Aunque la convención se promociona a sí misma como una celebración de la industria y de la diversidad, en realidad representa las violaciones de los derechos humanos por parte de la industria minera, el robo de tierras indígenas, la destrucción del medio ambiente y la militarización. La protesta fue organizada por la ‘Mining Injustice Solidarity Network’ (Red de Solidaridad con la Injusticia Minera, MISN, por sus siglas en inglés), organización aliada de ECAP, que pretende que las empresas mineras canadienses rindan cuentas de sus acciones en todo el mundo.
Todos los equipos de la ECAP han visto a nuestres socies afectades por la extracción de recursos y la industria minera. Muches de les socies de ECAP en la Isla de la Tortuga son indígenas defensores de la tierra y protectores del agua, quienes se resisten a los proyectos de extracción de recursos, incluida la minería. Les antigues socies de ECAP en la Primera Nación de ‘Grassy Narrows’ formaron recientemente una ‘Land Defense Alliance with other First Nations’ (Alianza para la Defensa de la Tierra con otras Primeras Naciones) del norte de Ontario exigiendo una moratoria sobre las reclamaciones de exploración minera en sus territorios. En los últimos años, las comunidades indígenas han asistido a un aumento exponencial de las reclamaciones a medida que les prospectores se afanan por obtener minerales esenciales utilizados en tecnologías como los coches eléctricos, los ordenadores y los teléfonos móviles. Les prospectores pueden presentar reclamaciones por Internet sin visitar nunca la tierra en cuestión ni consultar a las comunidades indígenas que viven en ella. Una y otra vez hemos visto en la Isla de la Tortuga que cuando las comunidades indígenas se resisten a la extracción de recursos en su territorio, el gobierno envía una fuerza policial militarizada para imponerla. Por ejemplo, en varias ocasiones la ‘Royal Canadian Mounted Police (Real Policia Montada de Canadá, RCMP, por sus siglas en inglés) ha hecho incursiones en el territorio Wet’suwet’en para intentar impedir que el pueblo Wet’suwet’en se resista a que se construya en sus tierras el gasoducto Coastal GasLink (CGL).
En la frontera entre Estados Unidos y México, ECAP acompaña a personas migrantes desplazadas de sus países de origen por diversas crisis sociales y económicas. La industria minera es una de ellas. Las empresas mineras canadienses en América Latina han expulsado a personas indígenas de sus tierras, las han hecho inhabitables y han contribuido a la inseguridad regional que ha llevado a la gente a huir de sus hogares. En el 2022, Ricochet Media reportó del desplazamiento directo de una comunidad por parte de ‘Pan American Silver’:
“Entre el 2014 y el 2017, la empresa presuntamente obligó a la comunidad local a abandonar sus hogares y sus tierras. Múltiples medios de comunicación han informado de historias sobre personas aldeanas de la comunidad de La Colorada, en el estado de Zacatecas, en el centro-norte de México, que fueron violentamente desarraigadas por fuerzas de seguridad armadas contratadas por Pan American Silver”.
En los últimos años, les integrantes de ECAP han participado en campañas para llamar la atención sobre la violencia mortal relacionada con los proyectos mineros de las empresas canadienses. Cientos de personas en el liderazgo comunitario de América Central y del Sur, Asia y África han sido asesinadas como represalia por su resistencia pública a los proyectos mineros, según han documentado organizaciones como la ‘MISN’ y ‘Mining Watch Canada’. En el 2011, ECAP Colombia escribió un artículo en el que destacaba cómo las empresas mineras estaban alimentando la violencia sobre el terreno mediante la financiación de grupos guerrilleros tanto paramilitares como rebeldes en diferentes zonas. ECAP informó de que en septiembre del 2011, personas desconocidas asesinaron al Padre José Reinel Restrepo Indairrage. El Padre Restrepo se opuso firmemente al proyecto minero a cielo abierto de la empresa canadiense ‘Medoro Resources’. Éste es sólo un ejemplo de cómo las empresas mineras se benefician de la existencia de grupos armados. Las minas de oro canadienses siguen causando estragos en Colombia: en el 2022, ‘The Breach’ publicó un articulo en el cual se describía como la empresa minera canadiense Gran Colombia no solo tiene vínculos con paramilitares de derechas, sino que también ha estado implicada en el blanqueo de oro extraído ilegalmente en mercados legales.
La minería y el complejo militar-industrial son dos cabezas de la misma bestia, que se alimentan y fortalecen mutuamente. Uno no puede existir sin el otro. En Palestina, los F-35 de Israel siguen bombardeando Gaza y el norte de Cisjordania. En la manifestación contra la ‘PDAC’, Rachel Small, de ‘World Beyond War’, compartió que cada F-35 contiene “más de 900 lbs [400 kg] de elementos de tierras raras. Varias empresas de elementos de tierras raras asisten este año a la convención de la ‘PDAC’, al igual que algunos de los mayores productores mundiales de aluminio, platino y cobalto – todos ellos necesarios para construir armas modernas para la guerra.” El genocidio en Palestina, el bombardeo del Kurdistán Iraquí por parte de Turquía y los conflictos por los recursos en África Central contribuyen a la inseguridad regional que impulsa la migración desde Asia Occidental y África hacia Europa, como se observa en Lesbos (Grecia), donde ECAP acompaña a las personas migrantes que, intentando llegar en lancha neumática, son interceptadas por las personas guardacostas griegas con conocimiento de causa, a veces con la ayuda activa de la agencia de fronteras de la Unión Europea, FRONTEX. Muchas personas son perseguidas en los tribunales por una legislación concebida para luchar contra les “traficantes de personas”, que el sistema judicial griego malinterpreta para castigar a las propias personas migrantes.

La convención del ‘PDAC’ es el “vientre de la bestia” del desplazamiento, el ecocidio y el genocidio indígenas. Las empresas que tienen su sede en el PDAC han contribuido a la violencia y a la destrucción en todos y cada uno de los contextos en los cuales ECAP trabaja. El domingo 2 de marzo cientos de personas marcharon por las calles de Toronto para condenar los impactos globales de la ‘PDAC’. Al llegar a las puertas del centro de convenciones, que la policía bloqueó rápidamente, las personas delegadas que se encontraban dentro parecían atónitas. Algunas parecían confusas, otras filmaban y algunas se reían.
A pesar de la fuerza de nuestres enemiges, seguimos siendo fuertes en las calles. Aunque no hayamos detenido la Convención de la ‘PDAC’, nuestra asistencia y nuestra protesta son esenciales para cuestionar su lustrosa narrativa. Rachel Small respondió a la pregunta de por qué nos presentamos cada año, “Porque ‘seguir como hasta ahora’ es un camino directo hacia un planeta literalmente invivible. Un mundo con niveles aún mayores de desigualdad de la riqueza. Un mundo en el que las empresas mineras que provocan desplazamientos masivos son también las que presionan para que se endurezcan las políticas fronterizas y migratorias. Un mundo definido por el imperialismo y el neocolonialismo. Un mundo en el que el capital toma precedencia sobre los derechos humanos. Este no es el mundo que merecemos. Y no es el mundo que intentamos construir”.