En la frontera con EE.UU./México, los cambios pueden llegar rápida e inesperadamente. Ciertamente ese ha sido el caso aquí en Agua Prieta, Sonora/Douglas, Arizona, en el último mes más o menos. Hace seis semanas, ECAP estaba acompañando aproximadamente a una familia por semana desde CAME, el refugio para personas migrantes en Agua Prieta, hasta el Puerto de Entrada para que estas solicitaran asilo. Las personas funcionarias de aduanas estaban aceptando a la mayoría de estas familias en el proceso de asilo.
Pero entonces, tres coches de personas procedentes de Chihuahua, el estado que limita al este con Sonora, entraron en Agua Prieta e intentaron romper una verja del puerto para pedir asilo. Aunque estas personas temían por sus vidas, no se les permitió entrar a Estados Unidos. A raíz de este incidente, las personas funcionarias de aduanas han construido nuevas vallas para ralentizar aún más el tráfico y mantener el control en un entorno ya de por sí controlado. Es obvio que estas personas representantes del gobierno estadounidense tienen miedo y no saben cómo responder a situaciones de violencia percibida, excepto con más violencia.
La mayoría de las familias que llegan al refugio proceden del sur de México, de los estados de Guerrero y Chiapas. Ellos y sus familias huyen de la violencia armada de los cárteles criminales. Sin embargo, muchas personas del norteño estado de Chihuahua también se han visto atrapadas en medio de la creciente violencia del crimen organizado. Temen por sus vidas y las de sus hijes. Cuando llegan a Agua Prieta, en lugar de ir al albergue para personas migrantes, acampan frente al puerto. Al principio, llegaban entre 50 y 100 personas al día, pero ahora ese número es mucho menor. Al parecer, cada día se aceptan varias familias en Estados Unidos.
Un día, cuando ECAP llevó a una familia del CAME al Puerto de Entrada, el agente de aduanas dijo que se estaban saltando la fila y que la familia debía esperar con todas las demás personas. Todo el proceso es poco claro y se presta a abusos, y el director del albergue no sabe qué hacer.
- Que estas personas de Chihuahua mantengan el coraje y encuentren la manera de vivir sus vidas con seguridad. Mientras estén viviendo a la intemperie y durmiendo en el suelo, que elles bien y con protección de las amenazas criminales.
- Que les trabajadores del albergue CAME y del Centro de Recursos para Migrantes (CRM) tengan fuerza y paciencia para brindar apoyo a las personas migrantes chihuahuenses.
- Que las personas funcionarias de aduanas del puerto de entrada, especialmente, que tratan con esta situación encuentren una manera justa y segura de procesar a todas las personas que llegan a la puerta. Que vean que el miedo no justifica más violencia.