Recientemente han aparecido artículos en los principales medios de comunicación estadounidenses que informan sobre los cárteles criminales mexicanos del estado de Chiapas, en el sur de México, fronterizo con Guatemala, que están bloqueando el acceso a antiguas ruinas mayas y exigiendo un pago a las personas turistas. Dos de los cárteles de la droga más poderosos de México, el Cártel de Sinaloa y el Cártel de Jalisco Nueva Generación, han estado luchando por controlar el mercado de la droga y de las rutas de contrabando de migrantes que van desde Centroamérica hasta la frontera sur de Estados Unidos, pasando por México. Y, con el aumento del número de migrantes en el último año, la guerra se ha agravado, ya que los cárteles rivales se disputan el negocio de las personas cubanas, asiáticas y africanas quienes tienen más dinero que las centroamericanas.
Ahora, las personas civiles, campesinas e indígenas de muchos pueblos de Chiapas están atrapadas entre las facciones enfrentadas de los cárteles, el ejército mexicano y la Guardia Nacional, y los grupos paramilitares pagados para proteger los recursos de los intereses empresariales mexicanos e internacionales. El resultado, según un mensaje publicado por la Iglesia Católica en Chiapas, ha sido «violencia y enfrentamientos entre grupos armados y narcotraficantes… secuestros, desapariciones, desplazamientos forzados de personas y familias enteras».
Una joven de Chiapas, que durante los últimos cuatro años ha vivido y trabajado con el Centro de Recursos para Migrantes y el refugio para migrantes CAME al lado de ECAP en Agua Prieta, Sonora, en la frontera norte de México, el otoño pasado recibió la noticia de que el pueblo donde vive su familia estaba sufriendo a diario la violencia de los cárteles. Sus familiares y vecinos temían por sus vidas y por sus bienes. En Navidad pudo visitar a su familia. Sin embargo, debido a la continua violencia, no pudo regresar como estaba previsto. No fue hasta varias semanas después cuando pudo llegar a la estación de autobuses más cercana a su pueblo y regresar a Agua Prieta.
- Oremos por la continua seguridad de la familia de esta mujer y por la seguridad de todas las personas habitando su aldea.
- Oremos para que estas personas tengan la fuerza y el coraje para resistir, o tal vez sólo para soportar, la violencia continua.
- Demos gracias porque ella pudo regresar sana y salva a Agua Prieta.
- Demos gracias por su trabajo continuo con les migrantes.
- Lamentemos la guerra que parece no tener fin en Chiapas y en otros lugares del sur de México.
- Para las personas norteamericanas, arrepiéntanse de su apoyo – a sabiendas o no – por la demanda de drogas y otros recursos.