Es posible que hayas oído hablar del triángulo de la violencia de Galtung, una teoría para entender la violencia y reflexionar sobre los conflictos, que puede ayudarnos a comprender la violencia con mayor claridad. Yohan Galtung fue un sociólogo noruego y trabajador por la paz que sugirió que hay tres tipos de violencia: la violencia directa, la violencia cultural y la violencia estructural. Me resulta útil pensar en estos tres tipos de violencia cuando paseo por Al Khalil y escucho los testimonios de la gente aquí.
Según Galtung, el primer tipo de violencia es la directa, que nos resulta fácil de ver e identificar. Incluye la violencia física, como los disparos y los golpes; los daños o la destrucción de la propiedad; la violencia verbal, como los gritos, los insultos u otros abusos verbales, o la obstrucción física y el impedimento de los derechos humanos de las personas, como el acceso a la educación, la alimentación, el agua o la asistencia médica. Los autores y las víctimas implicadas en la violencia directa suelen ser claras.
El segundo tipo es la violencia cultural. Es la violencia producida, permitida o fomentada por una cultura, las creencias compartidas, los comportamientos y el entorno social. Puede ser más difícil de identificar porque está bajo la superficie, entretejida en las creencias sociales, religiosas o ideológicas que valoran a unas personas, a las que a menudo se les distribuye el poder, más que a otras. Algunos ejemplos son el racismo, la misoginia, la marginación de grupos sociales como las personas con discapacidades o algunas creencias religiosas. Pero también puede ser más sutil y estar más oculta. A veces las personas ni siquiera son capaces de ver la violencia mantenida por su propia cultura.
El tercer tipo de violencia es la estructural. Las sociedades o los gobiernos pueden crear estructuras físicas o sociales que infligen violencia a las personas. Por ejemplo, los sistemas penitenciarios y judiciales pueden ser violentos; las políticas de inmigración pueden ser violentas; y las grandes desigualdades de riqueza y poder también pueden generar violencia en una sociedad. La violencia estructural suele estar apoyada y sostenida por la distorsión de los periódicos y los medios de comunicación, y por personas poderosas que defienden los intereses de un grupo pequeño. A veces, mientras que los autores de la violencia estructural son difíciles de identificar, sus víctimas pueden verse claramente.
Con frecuencia, estos tres tipos de violencia se dan juntos y están asociados entre sí. Cuando se intenta abordar un conflicto, es importante comprender estos tipos de violencia y cómo están presentes en la situación que se está analizando.
Veamos algunos ejemplos en Palestina:
Las carreteras de Cisjordania se dividen en dos tipos: las que pueden ser transitadas por todo el mundo y las que sólo pueden utilizar los vehículos matriculados en Israel. Estas carreteras son ejemplos de violencia estructural, tanto en su sentido físico como por la estructura de las sociedades de las que forman parte. La forma en que se discrimina a las personas palestinas es una parte estructural de la legislación israelí y de la ocupación, y las carreteras son una parte de ello. A veces las carreteras pueden contribuir a la violencia directa. Frecuentemente, el ejército israelí impide que las ambulancias palestinas pasen directamente a los hospitales lo que puede aumentar el sufrimiento o la muerte.
Las carreteras también están relacionadas con la violencia cultural. A muchos colonos israelíes y a las fuerzas israelíes de ocupación (IOF) se les ha enseñado que las personas palestinas son peligrosas, por lo que deben crear infraestructura para separar a las personas palestinas e israelíes y evitar cualquier contacto entre ellas. A las personas israelíes también se les ha enseñado que tienen derecho a la tierra de Palestina y, por eso, tomar cada vez más tierra palestina para infraestructura mientras se impide a las personas palestinas desarrollar sus hogares y comunidades se ha convertido en el statu quo. Es violencia, pero es difícil verlo, porque su cultura colonialista lo ha permitido.
Cuando conducen por esas carreteras, la mayoría de los israelíes ni siquiera son conscientes de su violencia. Las personas agricultoras palestinas cuyas tierras fueron robadas, y las personas palestinas que diariamente se enfrentan a obstáculos como resultado de su estatus de segunda clase en la legislación israelí, son todas víctimas de la violencia de la persona israelí que conduce por la carretera israelí. La violencia estructural de las carreteras permite la violencia directa de la obstrucción del transporte para las personas palestinas y está respaldada por la violencia cultural de las ideologías coloniales. Como en cualquier sociedad, existe una gran variedad de formas de entender la cultura y, por lo tanto, hay muchas personas israelíes que reconocen, rechazan y trabajan para poner fin a esta violencia cultural.
Los puestos de control son otro ejemplo claro de la violencia estructural de la ocupación; imponen un sistema de apartheid y crean una ciudadanía de segunda clase sujeta a normas y reglamentos diferentes. Cuando las IOF dividen los barrios con estructuras militares de acero y barreras de hormigón destrozan las comunidades palestinas e impiden el derecho básico de circulación de las personas palestinas, lo cual es violencia directa. Y cuando las personas israelíes o sus aliades occidentales no ven la violencia que se está ejerciendo, es porque les han vendido una narrativa del neocolonialismo que es violencia cultural. La violencia del neocolonialismo se ha normalizado tanto que ni siquiera la ven. Pero sigue siendo violencia.
Podemos fijarnos en la comunidad de Umm al-Kheir y en el asentamiento vecino de Carmel, en Masafer Yatta donde los colonos se benefician de la violencia estructural de sus asentamientos en tierras robadas, pueden disfrutar viviendo en ellos porque la violencia cultural ha validado su existencia y pueden cometer libremente violencia directa con el apoyo del ejército israelí contra la población de Umm al-Kheir, que vive al lado.
La incursión rutinaria de colonos en el corazón de la Ciudad Antigua Al Khalil/Hebrón es otro ejemplo. La violencia directa ejercida contra las personas comerciantes palestinas, como la destrucción de su comercio y la intimidación con armas, es mantenida por la violencia estructural de la ocupación israelí y aceptada por la violencia cultural de las prácticas sociales que normalizan el privilegio israelí de circular por esta ciudad palestina por la fuerza, sin tener en cuenta el derecho internacional.
Cuando abordamos la violencia, con frecuencia nos sentimos impulsados a tratar la violencia directa que vemos. Pero para resolver un conflicto hay que ir más allá de la eliminación de la violencia directa, desmantelar la violencia estructural y cuestionar y desarraigar la violencia cultural. Si no se aborda cada tipo de violencia, es probable que se repita la violencia directa.