Tras el acuerdo de alto el fuego entre Hamás e Israel, el anuncio de la liberación de personas rehenes y presas palestinas produjo una felicidad indescriptible. Estas personas presas, que han pasado años encerradas en pequeñas habitaciones, algunas hasta 35 años, soportaron una parte importante de su vida entre rejas.
Yo nací, viví y construí mi vida – yendo a la universidad y haciendo planes – pero otra persona pasó esos mismos años en la cárcel.
Durante el segundo intercambio de personas prisioneras, ¡mi primo fue uno de ellas! No lo supimos hasta las 10 de la mañana del sábado 24 de enero. Fue un día que nunca olvidaré, mientras toda Palestina esperaba pegada a las noticias.
En cuanto las personas de la familia se enteró de su liberación, se dirigieron a Ramala para encontrarse con él y abrazarlo por primera vez en seis años. Ellas salieron inmediatamente de Hebrón, pero pronto descubrieron que la ocupación israelí había cerrado la mayoría de los puestos de control fronterizos entre las ciudades, quedando atrapadas en el tráfico durante horas. El autobús que transportaba a las personas prisioneras llegó a Ramala, y mi primo, agotado, buscó a su familia con sus ojos cansados y su cuerpo frágil. Él encontró a algunes familiares que habían venido a celebrar con él, pero su madre, que esperaba en el puesto de control fronterizo, no podía moverse. El tiempo parecía haberse detenido. La familia del otro lado lo llevó en su coche y lo movilizaron para reunirse con su padre y madre y con sus parientes.
Cada vez que pienso en ese momento, se me hincha el corazón. Él era nuestro superhéroe, y ahora es alguien a quien por fin podíamos tocar y abrazar.
Pero poco después de llegar a casa, personas soldado israelíes atacaron su vivienda. Un grupo de personas soldado interrumpió las emociones de aquel momento, convirtiendo la alegría en miedo y pánico. El sonido de los disparos llenó el aire cuando las personas soldado obligaron a los hombres a reunirse fuera. Luego entraron en la casa donde estaban reunidas las mujeres, buscando cualquier cosa relacionada con la celebración, con la esperanza de detener a la gente. Lo consiguieron con uno de nuestros parientes, deteniéndolo y atacando a su familia, que había estado colgando luces para celebrar.
En la casa de mi primo no encontraron nada. Fotografiaron las identificaciones de los hombres, los echaron de la casa y amenazaron a mi tío con que nadie regresara a su casa nuevamente.
Algunas personas integrantes de la familia se quedaron a pasar la noche, temerosas de que las personas soldado volvieran.
Mi primo lloró y sus lágrimas nos rompieron el corazón. Es nuestro héroe. Él había pasado seis años encerrado en una pequeña habitación, soportando a personas soldado despiadadas, hambre, ataques, insultos y las emociones más dolorosas imaginables. Su estrategia era doblegar a las personas prisioneras palestinas, hacerles olvidar, odiar o renunciar a la causa palestina. Pero después de todo lo que tuvo que afrontar, él se mantuvo orgulloso, sabiendo que formaba parte de la resistencia. Su tiempo en prisión no fue sólo por sobrevivir – fue por nuestro país, nuestra tierra, nuestra historia, nuestra fe.
Una experiencia dura y devastadora que ningún ser humano debería soportar sólo le hizo más fuerte – no físicamente, ya que él perdió más de 50 kilos – sino en su fe, su amor por Palestina y su convicción de que el mundo vería a quién pertenece realmente esta tierra. Demostró por qué la gente pasa años y años en prisión por una causa más grande que elles mismes.
En el Corán, Alá dice: {وَقَالَ رَبُّكُمُ ادْعُونِي أَسْتَجِبْ لَكُمْ} (“Y tu Señor dice: ‘Llamamé; yo te responderé’” [Ghafir: 60]). Este versículo habla de la misericordia y generosidad de Allah, animándonos a invocarle, confiando en que Él responderá.
Así que, mi petición a la gente, independientemente de lo que crean, es que sigan orando. Oremos por quienes soportan la ocupación más opresiva en las cárceles. Oremos por quienes han perdido peso y se han vuelto débiles y frágiles. Oremos por las madres, los padres y las familias de las personas encarceladas. Oremos por la libertad, por la justicia.
Aprendamos de la experiencia palestina de desafío, resistencia, fe y pertenencia. Dejemos que su perseverancia nos enseñe el poder de la insistencia y del compromiso.