Vivimos tiempos aterradores.
Israel ha reanudado sus ataques genocidas contra el pueblo de Gaza, con el pleno apoyo de Estados Unidos, mientras que Canadá incumple su promesa de dejar de enviar armas (y componentes de armas) a Israel al permitir que un contrato de 78.8 millones de dólares para propulsores de artillería sea utilizado por el ejército israelí.
Un gobierno estadounidense caótico y profundamente reaccionario se jacta de su desprecio por los derechos humanos y de su crueldad intencionada hacia la mayoría de los pueblos del mundo.
Los movimientos políticos de extrema derecha aumentan en muchos países del mundo.
Los políticos liberales “resisten” el giro a la derecha redoblando el statu quo, defendiendo economías extractivas insostenibles e intensificando la explotación y la exclusión de las personas inmigrantes.
La industria armamentística sigue alimentando conflictos y atrocidades en todas partes, y los instrumentos del derecho internacional son, en gran medida, impotentes para detenerla.
El caos climático se acelera, pero a menudo queda fuera de la agenda política por catástrofes aún más rápidas.
Cuando nuestros corazones están llenos de rabia, miedo o desesperación, debemos recordar lo que es sagrado.
Por eso celebramos que haya comenzado la construcción de la Residencia Mercury Care de ‘Grassy Narrows’.
Celebramos a las personas jóvenes de ‘Grassy Narrows’ que siguen marchando por su derecho al agua limpia.
Celebramos a las personas defensoras de la tierra y del agua, y a las personas activistas de la solidaridad con Palestina que actúan para interrumpir la violencia contra las personas y la tierra, a pesar del riesgo de ser arrestadas, acusadas de delitos penales o cosas peores.
Celebramos a las personas defensoras que desafían las políticas injustas a través de los tribunales.
Celebramos a las personas cuidadoras que mantienen unidas a nuestras comunidades.
Celebramos a las personas que dicen la verdad, a las personas artistas y a las personas académicas que imaginan formas de avanzar.
Oramos por humildad, valentía y sabiduría para afrontar estos tiempos. Que estemos despiertes, conscientes y comprometides. Que nos apoyemos mutuamente para desenmarañar los patrones de violencia y para tejer redes de solidaridad. Es a través de la conexión, no de la separación, como creamos seguridad y prosperidad para todes nosotres. Mientras nos enfurecemos, lloramos y actuamos juntes, sintamos y conozcamos el carácter sagrado de la vida en esta tierra.