por Carol Rose
Se atrevieron a huir antes de que fueran asesinados. Se atrevieron a buscar refugio en la barriga de la bestia que en gran parte creó las condiciones de violencia en su tierra.
Después de meses de viaje y espera, llegó la noche de Navidad, y la pareja con su pequeño bebé esperaban en la puerta. Habían llegado a ser los primeros en la fila, y seguían esperando bajo la carpa por varios días y noches. Se habían estremecido con el viento. Habían recibido una fiesta navideña de gente solidaria de la comunidad. Habían estado bajo vigilancia constante por grupos armados que aún podrían amenazarlos. Habían estado acompañados por los ECAPeros Carol Rose, Duane Ediger y Jack y Linda Knox, junto con muchos otros acompañantes en esos días.
El pronóstico para el 26 era de lluvia. Para el 28 se habló de nieve. Al otro lado del portón los funcionarios estadounidenses se mantienen con poca protección contra el viento, pero se calientan con un gran calentador. Pero ellos, al parecer, nunca saben cuándo aquellos que toman las decisiones permitirán ingresar a una familia más que busca el asilo.
Me pregunto: ¿Fue un viaje peligroso a través del desierto para María, José y Jesús? ¿Tuvieron que esperar, temblando a las puertas de Egipto, aún vulnerables al ataque de Herodes? ¿Había personas de su propio pueblo y de las naciones opresoras que les prestaban ayuda?
Con gran alegría, esta familia recibió la llamada en la lluvia de la mañana del 26. Saltos emocionados. Momentos de asegurar apresuradamente que todas sus cosas se recogían en unas cuantas bolsas. Abrazos de los siguientes en la fila y de los que les habían acompañado. Cruzaron la frontera esperando con ansias de que este próximo paso en su largo viaje les guiara hacia un hogar lo suficientemente seguro.
Me pregunto: ¿Quién de mi pueblo tendrá la fortuna de poder recibir a esta sagrada familia como nueva vecina?