Desde marzo del 2020, hemos observado un aumento significativo de las devoluciones en el mar Egeo, y el número de personas recién llegadas a las Islas Egeas se ha reducido drásticamente. Las devoluciones consisten en la expulsión colectiva de migrantes a aguas Turcas por parte de la Guardia Costera Griega, en colaboración con Frontex y la OTAN, poniendo en riesgo la vida de las personas que se desplazan en busca de un lugar seguro. La violencia verbal y psicológica, y en algunos casos también la tortura, se utiliza contra las personas migrantes durante estos retrocesos. Están expuestas a ataques violentos, sus botes a menudo se dañan a propósito y son abandonades a su suerte en el mar en balsas salvavidas de color naranja o botes sin motor.
Aunque el Comité de Derechos Humanos ha prohibido las expulsiones colectivas, las devoluciones en el Mar Egeo siguen impunes, privando a las personas solicitantes de asilo, incluidos niñes y bebés, de su derecho a solicitar asilo y, en algunos casos, provocando la pérdida de vidas humanas. Cruzar el Mar Egeo es hoy más peligroso que nunca para las personas migrantes. Oremos por justicia para las personas migrantes a quienes se les niega el derecho a un paso seguro bajo el cruel control de un régimen fronterizo europeo militarizado.