La vista desde el Campamento Coyote me dejaba sin aliento cada vez que miraba. Las montañas nevadas cubrían el horizonte, reflejando el rosado resplandeciente del amanecer y el sol brillante del medio día. Abajo de las montañas, el bosque tupido escondía las aguas cristalinas del río que los Wet’suwet’en llaman Wedzin Kwa. Entre el río y los picos de las montañas, se extendía un bosque denso y húmedo. Un día caminando alrededor del campamento me encontré con un anciano Wet’suwet’en que estaba visitando el campamento y que en ese momento se encontraba mirando concentrado hacia la ladera. “¿Disfrutando de la vista? No mucho,” respondió gravemente. Yo me arrepentí inmediatamente de mi error de apreciación. Mientras que mis ojos miraban hacia las montañas, sus ojos se enfocaban hacia abajo, donde se ubicaba una cicatriz reciente en el paisaje. El oleoducto de Coastal GasLink (CGL) cortaba por el medio el valle del río, escalando y haciendo un puente entre las cimas de las montañas. En el punto que se aproxima al río, CGL había limpiado un terreno de varios cientos de metros de ancho a cada lado, cortando todos los árboles, musgo, hongos, plantas pequeñas e incluso rocas, dejando solamente un inmenso pantano chupa botas. Este inmenso parche de destrucción iba a ser la base de CGL para traer la maquinaría y comenzar la excavación de un túnel debajo del río. Les Defensores de la Tierra Wet’suwet’en decidieron que no iban a permitir esta destrucción. Así nació el Campamento Coyote.
Yo llegué el 3 de octubre. Inmediatamente, me asombré por todo lo que habían realizado en tan solo una semana desde que había iniciado el Bloqueo de la Primera Línea de Gidimt’en. Varios bloqueos creativos sobre la carretera mantenían la maquinaría de CGL y los carros de la Policía afuera. Una cisterna inmensa contenía agua potable obtenida del río Wedzin Kwa. Una pequeña casa móvil le servía de espaldar a una delgada cocina. Carpas de invierno funcionaban como viviendas para quienes apoyan la lucha por la tierra de Wet’suwet’en. Justo en medio del parche de destrucción se levantaba una pequeña cabaña construida ese mismo día.
Esta retoma de la tierra Wet’suwet’en, the yintah, es el capítulo más reciente en una larga campaña de resistencia y reclamación. En 1997, una decisión crucial de la Corte Suprema de Canadá declaró en el caso Delgamuukw/Gisday’wa que el pueblo Wet’suwet’en, representado por sus jefes hereditaries, nunca habían desistido de sus derechos y títulos sobre 22.000 kms2 de tierra en el norte de Columbia Británica. A pesar de esta y otras decisiones legales, el Gobierno y las corporaciones todavía no reconocen ninguna definición de la soberanía indígena que incluya el derecho a decir NO a un proyecto de extracción de recursos. Durante los últimos doce años, el campamento de Unist’ot’en ha permanecido en el camino de un “corredor de energía” que la industria planea como la ruta para múltiples oleoductos y gasoductos que conectan las arenas bituminosas obtenidas en Alberta y las operaciones de fracking en el noroeste de Columbia Británica con el puerto de Kitimat sobre el océano Pacífico. Recientemente, se estableció el Retén de Gidimt’en para reafirmar la soberanía Wet’suwet’en y fortalecer la resistencia a los oleoductos. Las autoridades hereditarias y matriarcas que lideran los campamentos, junto con indígenas y colones aliades que les apoyan, han aguantado el constante acoso de la industria y la Policía, dos redadas policiales militarizadas, docenas de arrestos y múltiples casos de brutalidad policial.
El Equipo de reservistas de ECAP llegó en un momento de alta tensión. La construcción del Campamento Coyote fue recibida por la Real Policía Montada Canadiense (RCMP, por sus siglas en inglés) con ataques brutales. Antes de nuestra llegada, oficiales de la RCMP habían atacado con un taser o pistola de corriente a une simpatizante del campamento. La Policía también permaneció varias horas torturando física y mentalmente a une simpatizante que se había encadenado a un bus que estaba bloqueando la vía. Durante la primera semana que estuvimos en el campamento, oficiales del Grupo de Respuesta Industria-Comunidad (CIRG, por sus siglas en inglés. Una fuerza de elite creada específicamente para suprimir la resistencia a la extración industrial de recursos naturales en Columbia Británica) de la RCMP caminaban en medio del Campamento Coyote casi todos los días desafiando una orden de evicción de las autoridades tradicionales Wet’suwet’en. Oficiales de la CIRG empujaban por todo el campamento a les voluntaries que les pedían que se retiraran. Les oficiales procedían a inspeccionar y fotografiar los vehículos, edificios, carpas y otras instalaciones. ECAP escuchó a les oficiales hacer bromas sobre un genocidio y decir que no podían esperar para ver sus rostros en las redes sociales. El Sargento Jason Charney se regodeó con placer ridiculizando y provocando a les observadores legales y los medios de comunicación. El 10 de octubre, el Sargento Charney vació las cisternas con agua potable del campamento y amenazó con arrestar une miembre de ECAP que intentó intervenir. La Policía también atravesó las carpas con disparos y se robó las llaves de un vehículo.
A pesar del clima de ansiedad, nuestro tiempo en el campamento también fue de emoción, alegría y cooperación. Nueves simpatizantes llegaban constantemente, trayendo energía, pasión y una variedad de habilidades. Indígenas y colones aliades de diferentes partes de la Isla Tortuga trabajaron juntes para construir y mantener el Campamento Coyote y el campamento original del Retén Gidimt’en que se encuentra camino abajo. De acuerdo a nuestras fortalezas y habilidades, cocinábamos, lavábamos platos, limpiábamos y organizábamos los espacios, observábamos el tráfico vehicular, llevábamos insumos entre los distintos bloqueos, cargábamos agua, cortábamos leña, brindábamos atenciones médicas, construíamos nuevas cocinas y letrinas y realizábamos instalaciones artísticas. Cantamos y hablamos alrededor de la fogata, reímos mucho y aprendimos de las otras personas. La amabilidad y generosidad que experimente entre personas que habían estado bajo mucha presión tuvo un gran efecto tranquilizante sobre las memorias de crueldad policial.
Llegó un punto de inflexión cuando un grupo de defensores de la tierra Haudenosaunee (Seis Naciones) visitó el campamento en respuesta a los llamados de ayuda adelantados por el Retén de Gidimt’en. Cuando les miembres de la RCMP caminaban hacia el campamento, les aliades Haudenosaunee se repartieron a lo largo del camino. Shilo, un defensor de la tierra Onondaga e hijo político del Jefe Woos gritó, “¡Ustedes se encuentran en el territorio del Jefe Woos! ¡Ustedes están entrando como invasores! ¡Váyanse!” La Policía dio un giro y se retiró, con les Haudenosaunee y otres aliades escoltándoles a lo largo del camino. Durante las siguientes dos semanas que estuvimos en el campamento, no hubo más incursiones de la Policía en el Campamento Coyote.
Por supuesto que la historia no termina acá. A finales de octubre, unos días antes de que nos fuéramos, emergió otro espacio de lucha. Les Jefes de Clanes de Likhts’amisyu, una comunidad Wet’suwet’en cercana, notificaron a CGL que las máquinas de construcción debían ser retiradas de su territorio o de lo contrario serían desmanteladas. Cuando CGL no presentó respuesta, les Jefes tomaron posesión de las maquinarias y les retiraron las baterías. CGL bloqueó el camino e impidió que la Jefe Tsebesa ingresará en su territorio. Les Jefes y sus simpatizantes levantaron un campamento en el camino esperando a que se abriera el paso. El Jefe Dsta’hyl, Colin Sutherland-Wilson y otre defensore de la tierra fueron arrestades y encerrades durante la noche. En solidaridad, Les Defensores de la Tierra Haudennosaunee del retén Línea del Retorno de la Tierra 1492 bloqueron un paso de la autopista en el sur de Ontario durante varios días. Nada se ha resuelto y las personas en el Retén de Gidimt’en se están preparando para un largo invierno.
Por ahora, el río Wedzin Kwa corre cristalino. Sus aguas siguen siendo potables y están ayudando a recuperar las poblaciones de salmón rojo, rosado y plateado. Osos grises y negros atrapan salmones en sus riberas, igual que el pueblo Wet’suwet’en pezca en ellas. El pueblo Wet’suwet’en se ha autodenominado la “Nación Salmón.” Canadá se enfrenta a un dilema: respetar la soberanía indígena y la vida de yintah, o seguir usando la fuerza para destruir la tierra y obtener petróleo y gas para seguir llenando los tanques de reserva en la costa.
¡Por favor sigan a les Defensores de la Tierra!
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