Entonces, adiós por ahora, hermosa Hebrón.
Tengo agradecimiento por las colinas que te rodean,
por tus antiguas casas de piedra y tus calles calizas,
por el Antiguo Zoco,
para la tumba de las personas Patriarcas,
por los coros de las Llamadas a la Oración,
por su vidrio soplado y cerámica y marroquinería y keffiyehs
y por las personas artesanas que diseñan, fabrican y venden estas hermosas cosas;
por tu antigua, antigua historia,
por darnos a Abrahán,
padre de la fe, de la aventura en la vejez,
y de disputa con lo Divino.
Tengo agradecimiento por tu gente—
sufrida, hospitalaria, adaptable, valiente, enojada—
y por su hermosa resistencia a la opresión.
Lamento
mi colusión, a veces, con los poderes que mantienen tu opresión,
mi deseo, a veces, de alejarme de tu sufrimiento,
mi renuencia, a veces, a hablar cuando otres culpan a la víctima,
mi convicción inconsciente
que sé lo mejor, que soy mejor;
mi fatiga con la lucha
para dar testimonio de la injusticia
que exprime la vida de tu gente, día tras día.
Lo lamento, y te pido perdón.
Hermosa Al Khalil,
Anhelo tu libertad y tu paz.
Que los sueños de tus hijes—
para que caminen libremente por tus calles,
para que estén a salvo de balas y gases lacrimógenos, búsquedas y detenciones,
para que construyan buenas escuelas y hospitales,
y prosperen como personas ciudadanas de cualquier otra ciudad—
que estos sueños se realicen en sus vidas
o—mejor—en la mía.
Ciudad de la Hermosa Resistencia,
Ciudad de Fe,
que brille tu luz.
Os bendigo desde lo más profundo de mi ser.
Por favor, oremos por el equipo de personas jóvenes Palestinas de ECAP de Al Khalil mientras regresan del entrenamiento en Jordania a las realidades de las patrullas escolares, los puestos de control militar y los gases lacrimógenos.