Tragedia y Resiliencia: el rostro humano de los bombardeos turcos

En el 2004, las bombas turcas mataron a los primos de Sharmin, lo que obligó a su familia a huir del pueblo. En el 2022, cuando Sharmin visitó a sus parientes en las montañas, la metralla de los bombardeos turcos hirió a Sharmin y, la traumatizó a ella y a sus hijes.
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Sharmin Assad with daughter, Sonem, while meeting with CPT-IK in Sidakan, May 2023 (CPT-IK)
Sharmin Assad con su hija, Sonem, durante su reunión con ECAP-KI en Sidakan, mayo de 2023 (ECAP-KI)

Sharmin Assad Ishmael nació en 1993 en el pueblo kurdo de montaña de Khawakurk, justo en la esquina de la triple frontera entre Irán, Irak y Turquía. El pueblo kurdo lleva más de un siglo dividido entre estas tres fronteras, y Khawakurk es tristemente simbólico— la familia de Sharmin está repartida a lo largo de los tres países. Antes podían cruzar libremente cada frontera para visitar a la familia cercana, pero en la actualidad no hay nadie a quien visitar.

Los conflictos en los que participan estas tres naciones hostiles, especialmente los bombardeos militares y las incursiones de Turquía en Irak en las últimas décadas, han hecho extremadamente peligroso vivir en la región.

En el 2004, pocos días después de un intenso bombardeo en una pequeña aldea cercana a Khawakurk, murieron tres hijes de Mam Ali, tío de Sharmin. Les niñes, todes menores de diez años, encontraron una bomba sin explotar y la tomaron en sus manos pensando que era un juguete. Les estalló en las manos. Tras esta tragedia, todas las personas abandonaron el pueblo. Ningún medio de comunicación informó de la muerte de estos niñes en la remota aldea, y ninguna persona funcionaria del gobierno ofreció ayuda.

Sharmin, Mam Ali y toda su familia decidieron trasladarse a la ciudad de mayor tamaño llamada Sidakan, , donde pensaron que estarían a salvo de nuevos sucesos trágicos. En octubre del 2022, Sharmin viajó a visitar a su familia en las montañas, con su hija Shonem, de cuatro años, y su hijo Mohamed, de nueve. Sus parientes son pastores nómadas que deambulan con sus rebaños de animales, así como lo ha hecho el pueblo kurdo en esta región fronteriza durante siglos, subiendo a las montañas en verano y bajando a las llanuras en invierno.

Sharmin decidió quedarse a pasar la noche. Por la mañana, ayudó con el ordeño y se estaba lavando para prepararse para las oraciones matutinas. De repente, oyó un fuerte ruido y sintió un dolor agudo e intenso, como si la hubieran apuñalado por la espalda. Vio la sangre en su mano y se desmayó.

Cuando Sharmin recobró el conocimiento, su hija Shonem estaba a su lado diciéndole: «Mami, por favor, no te mueras». La explosión le hirió el brazo, el costado de su cuerpo y la pierna. Todavía tiene un trozo de metralla del tamaño de un dedo en la pierna. La persona de asistencia médica le dijo que no se lo pueden remover porque está cerca de un nervio.

Durante meses, Sharmin no pudo dormir. Estuvo postrada en cama cinco meses, durante los cuales su esposo y sus familiares cuidaron de ella y de sus hijes. El bombardeo cambió la vida de toda la familia. Siempre que la hija de Sharmin, Shonem, oye un ruido fuerte, como un portazo, entra en estado de pánico. Sharmin no puede permitirse la medicación que le recetaron y sigue sin poder funcionar como antes del atentado. «Me siento como medio ser humano», dice.

ECAP-KI visitando a Mam Ali, Sharmin y su familia en Sidakan, mayo de 2023 (ECAP-KI)
ECAP-KI visitando a Mam Ali, Sharmin y su familia en Sidakan, mayo de 2023 (ECAP-KI)

Aunque no se ha confirmado oficialmente, el proyectil de artillería que alcanzó a Sharmin procedía casi con certeza del ejército turco, que ya ha lanzado varios bombardeos en esta región.

La familia de Sharmin abandonó la zona y dice que nunca volverá. Su historia resuena con las experiencias de muchas personas del pueblo kurdo: llena de tragedias y desplazamientos, gente común atrapada entre las fronteras y los bombardeos de las potencias regionales. También es una historia de heroica resiliencia, y que muestra que el amor y cuidado brindado por les integrantes de una familia pueden ayudar a soportar incluso los acontecimientos más horribles.

Al sentarme a tomar el té con esta hermosa familia que ha vivido tantas cosas, era imposible no conmoverse profundamente. Ojalá las personas que son generales y políticas turcas que autorizan estos bombardeos y las personas soldado que los llevan a cabo pudieran sentarse a tomar el té con estas familias. Tal vez experimentarían humildad y se darían cuenta del costo humano de sus incursiones en el Kurdistán Iraquí. En lugar de ello, deshumanizan a las personas civiles kurdas, considerándolas sólo impedimentos para sus objetivos políticos. Por eso es tan importante que en ECAP escuchemos y volvamos a contar las historias de dolor desgarrador y de resiliencia inspiradora de familias como las de Sharmin y de Mam Ali.

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