Al entrar en este nuevo año, es crucial que recordemos y nos solidaricemos inquebrantablemente con todas las personas que se desplazan, que han sido criminalizadas, acusadas injustamente de «contrabando» y que actualmente están encarceladas en prisiones griegas.
En lugar de proporcionar protección y acceso a los procedimientos de asilo y a los derechos humanos básicos, las autoridades griegas y de la Unión Europea continúan persiguiendo y encarcelando a las personas que buscan un paso seguro hacia Europa. Este ciclo incesante de violencia e injusticia no sólo desprecia la dignidad inherente de todas las personas que buscan refugio, sino que también socava los principios de justicia y de solidaridad que deben estar en la vanguardia de cualquier respuesta humanitaria.
En este momento compartido de reflexión y de preocupación, unamos nuestros pensamientos y nuestras voces contra la criminalización de la migración y contra la práctica de convertir en chivos expiatorios a las personas que se desplazan. Hay que acabar con el silencio generalizado que rodea a estas injusticias.
Al unirnos en solidaridad, que se oiga nuestra súplica colectiva: oremos por una justicia oportuna. ¡Porque la justicia retrasada es justicia denegada! Y ante asuntos tan apremiantes, es de vital importancia que nos esforcemos colectivamente por exigir un cambio significativo, aquí y ahora.
El nuevo año debe ser un año de cambio transformador positivo hacia un mundo más justo y humano para todes, mediante el fomento de un espíritu de empatía y de solidaridad que trascienda las fronteras.
¡Mientras nos solidarizamos, nuestras oraciones se extienden por la absolución y por liberación de todas las personas acusadas injustamente!
¡Queremos un mundo con pasos seguros y con libertad de circulación para todas las personas!