Como persona promedio que sueña con un futuro mejor y con coches voladores, ni en un millón de años habría imaginado que este año, en su lugar, aterrizarían bombas voladoras sobre las cabezas de mi pueblo. Siempre anhelé un futuro que borrara la amargura de nuestro pasado y ofreciera a mi pueblo felicidad, paz y momentos brillantes. Anhelo un futuro en el cual Palestina vuelva a estar llena de su gente, libre de toda forma de violencia, incluidas masacres, asesinatos y detenciones arbitrarias, por el simple hecho de ser persona palestina. Tengo la esperanza de una Palestina libre de demoliciones de viviendas — en la que una persona no mire con sus propios ojos — como pierde en cuestión de segundos, todo lo que ha construido a lo largo de su vida. Siempre pensé que los días venideros borrarían los años de confiscaciones de tierras y se saciaría nuestro anhelo por la fragancia del aire y del suelo palestino, donde podamos movernos por la ciudad sin que nos robe la alegría un muro del apartheid que divide la ciudad como un trozo de pastel asfixiado por puestos de control fronterizo y carnés de identidad de colores. Como los humanos, siempre he esperado un futuro mejor, más brillante y prometedor.
Solíamos admirar a los países occidentales que viven en paz sin discriminación, racismo ni terrorismo, sólo para darnos cuenta de que es falsa y lo que difunden por todo el mundo sobre el derecho internacional y los derechos humanos sólo es propaganda. Estas leyes sólo se aplican cuando les conviene a elles, a su política y a sus intereses para justificar la ocupación y legalizar la matanza de vidas inocentes que roban el espíritu, el patrimonio y el florecimiento de la juventud palestina. El sueño palestino siempre ha sido, y sigue siendo, crear y recuperar la paz en la que solíamos vivir. La gente cree que las personas palestinas buscan lo que perdieron en los países que acogen a nuestro pueblo, pero en realidad sólo nos importa una cosa: volver y recuperar lo que perdimos en nuestro propio y querido país, Palestina.
Tenemos este sueño de futuro no desde ayer, sino desde 1948 y desde el nacimiento de la brutalidad, la barbarie y la violencia del sionismo. Nuestros abuelos y nuestras abuelas, y nuestros antepasados nos criaron con la esperanza de que “Palestina es libre” se oiría por la radio y se vería en los titulares de los telediarios. Pero, por desgracia, su generación no ha tenido la suerte de presenciarlo a pesar de que creían que así sería. Sin embargo, la realidad actual no nos ha acercado a la consecución de este sueño, así que más nos vale esperar que la próxima generación sea testigo del sueño de nuestros abuelos y nuestras abuelas.
El año maldito de 1948 todavía flota en el aire, proyectando una sombra sobre la actualidad. Trágicamente, este año se siente de nuevo como en 1948; la gente se enfrenta de nuevo al genocidio y al desplazamiento. No estamos seguros de cuántos años nos quedan para seguir y soportar esta violencia. Los crímenes contra las personas palestinas continúan, sin fin a la vista. No podemos recordar un solo día sin que ocurra algo terrible, por lo que parece inútil esperar un final debido a los horribles crímenes de los que somos testigos todos los días. Todos los días son iguales; todos los días conllevan pena, dolor y pérdida.
Israel utiliza la táctica de establecer su “Estado” basándose en la demolición del futuro de las personas palestinas, destruyendo toda esperanza de crear un futuro para las personas palestinas en un país libre. El colonialismo de los colonos israelíes hace inimaginable soñar con la liberación, como el intelectual y mártir palestino Basil Al-Araj le recuerda a quienes luchan: “No sueñes con un mundo feliz mientras Israel exista”. Una Palestina libre no es posible sin el fin de la ocupación. Desde el comienzo de la ocupación, lo único que consuela a las personas palestinas es la esperanza de que algún día no tendrán que soportar los crímenes contra ellas mismas, sus hijes y sus nietes. Nuestros abuelos y nuestras han dado forma a los medios de resistencia y han heredado este espíritu de sumud — de resistencia continua, de lucha y de no someterse a la ocupación — a la siguiente generación. Como nos recuerda Al-Araj: “La resistencia es una viabilidad continua”.
Esta tradición de resistencia plantea una pregunta: Si la generación que nos precedió esperó y confió en un futuro mejor para sí misma, y nosotres somos sus nietes, ¿hasta cuándo debemos esperar nosotres? ¿Qué generación será testigo de una Palestina libre?
Al-Araj encontró sus respuestas, y gloria a quienes encontraron las suyas.
Pero, ¿y que de nosotres? ¿Qué pasa con el resto del pueblo palestino? ¿Cuándo encontraremos nuestras respuestas?
Oramos para que este ciclo de esperanza destruida y sueños aplastados termine algún día. Oramos por la libertad y la liberación. Oramos por una Palestina sin opresión ni agresión. Oramos para que podamos deshacer esta opresión. Pedimos fortaleza y paciencia para resistir a la ocupación. Oramos para construir un futuro para nuestres hijes o al menos allanarles el camino. Sabemos que esta opresión acabará algún día y que nuestros esfuerzos no son en vano. Sólo oremos para ser testigos de ese día.