Buenas noches, distinguidas personas invitadas, Su Excelencia, Primera Dama de Irak Khatw Shanaz Ibrahim, Embajadora de los Países Bajos en Irak Janet Alberda, estimadas personas diplomáticas e invitadas de honor.
En primer lugar, me gustaría agradecer sinceramente a la Embajada de los Países Bajos en Bagdad y al consulado holandés en Erbil que nos hayan nominado para este prestigioso premio. Su compromiso y apoyo a los derechos humanos, la sociedad civil y ECAP-Kurdistán Iraquí es invaluable.
Recuerdo perfectamente el día en que recibimos la noticia de nuestra nominación. Se me llenaron los ojos de lágrimas, no sólo porque este premio es un honor, sino porque simboliza algo mucho más profundo. Es un reconocimiento del inmenso sufrimiento que familias, agricultores, personas aldeanas y comunidades a lo largo de las fronteras y en todo el norte de Irak han soportado durante décadas debido a las incesantes operaciones militares y bombardeos de Turquía e Irán. Este premio también reconoce el sacrificio de personas periodistas y activistas que han sido encarceladas, torturadas e incluso asesinadas por ejercer su derecho humano más fundamental: la libertad de expresión. Simboliza que sus esfuerzos y sufrimientos por los derechos humanos importan, que sus voces se oyen y su resistencia se ve. Cuando visitamos a las familias, lo único que desean es reanudar su modo de vida y que se escuche su historia.
Aunque nos sentimos profundamente honrados por este reconocimiento, también debo decir que la experiencia de recibir el premio en los Países Bajos ha sido una increíble oportunidad para aprender. Me permitió escuchar las voces y las historias de les otres nominades, cada quien afrontando su propia lucha en la búsqueda de la justicia y los derechos humanos en sus comunidades. También me dio la oportunidad de aprender más sobre los esfuerzos globales del gobierno holandés para proteger los derechos humanos, un compromiso que va mucho más allá de los Países Bajos. Estar en La Haya, junto a personas diplomáticas, responsables de la toma de decisiones y otres defensores de los derechos humanos, reforzó una poderosa lección: no estamos soles en nuestras luchas. Me enseñó que una experiencia de dolor colectivo no nos libra de la pena o la tristeza; es un ministerio de presencia, que nos recuerda que no estamos soles en nuestra oscuridad y que todes tenemos que seguir resistiendo a nuestra manera, como las personas periodistas, aldeanas y activistas por quienes incidimos. Estamos juntes, hombro con hombro, en unidad en la lucha por la dignidad humana y por la justicia. Este momento nos recuerda que el trabajo que hacemos no es sólo nuestro, sino que forma parte de un movimiento mundial más amplio en favor de los derechos humanos.
En ECAP queremos dejar claro que, aunque sentimos honra por este premio, no significa el final de nuestro viaje. Por el contrario, es una llamada a continuar nuestro trabajo y ampliar nuestros esfuerzos. Seguimos sintiendo la dedicación a apoyar a las comunidades que se resisten a la opresión, incluso frente a la guerra y a la violencia. Seguiremos amplificando las voces de personas periodistas, activistas y todas aquellas que luchan por la verdad, a pesar de los riesgos a los que se enfrentan. Como decimos en kurdo: “La resistencia es vida”.
Una vez más, gracias a la Embajada de los Países Bajos, al Ministerio de Asuntos Exteriores de los Países Bajos y a todes quienes nos han apoyado, a todes quienes están con nosotres en esta misión compartida. Dedicamos este premio a todas las voces valientes que siguen resistiendo y a todes quienes creen en un mundo en el cual se respeten los derechos humanos para todes.
Gracias.