Oración por Creta

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migrants wearing orange life jackets disembark off a boat in the aegean sea

Quienes ahora llegan a las costas de Creta en pequeñas y frágiles embarcaciones lo hacen porque Europa no ofrece una vía segura ni legal para solicitar asilo, aunque el derecho internacional reconoce su derecho a hacerlo. Vienen porque la guerra, la pobreza y la persecución no les dejan otra opción.

Recordamos que hace diez años, las Islas del Egeo – Lesbos, Quíos, Samos, Cos, entre otras – se convirtieron en la primera línea del régimen fronterizo europeo. Se construyeron aquí los llamados “centros de acogida”, que se suponía que serían temporales. En cambio, se convirtieron en campamentos superpoblados donde la gente vivió durante años en la miseria, sorteando incendios, violencia y desesperación. Recordamos las promesas que se hicieron entonces: que tal sufrimiento nunca se repetiría.

Ahora llegan barcos a Creta y tememos que se repitan los mismos errores. Tememos que se creen nuevos campamentos que confinen en lugar de proteger, que aíslen en lugar de acoger, que disuadan en lugar de dignificar. El Gobierno griego ha suspendido los procedimientos de asilo para las personas que llegan del norte de África. Se trata de una violación flagrante del derecho internacional. Castiga a quienes huyen de la guerra y de la persecución simplemente por el lugar de partida. En lugar de protección, se enfrentan a un limbo legal, a la detención y a la deportación. Esta medida convierte el derecho de asilo en una promesa vacía y expone sus vidas a un peligro aún mayor.

Llevamos en nuestro corazón a las familias que llegan exhaustas a la arena, a les niñes que merecen seguridad, a las personas ancianas que no pueden caminar pero deben huir. Y también llevamos en nuestro corazón a las comunidades isleñas, que no tienen la culpa, pero que se ven obligadas a afrontar esta realidad por sí solas porque los gobiernos se niegan a actuar con justicia y solidaridad. No es la presencia de las personas migrantes lo que genera miedo y división, sino la decisión de las autoridades de abandonar tanto a las personas recién llegadas como a la población local.

Que Creta no se convierta en otra Lesbos. Eso es lo que esperamos de Lesbos: que no se repitan los errores.

Pedimos la valentía para resistirnos a la indiferencia. Pedimos la claridad para denunciar las políticas que ponen vidas en peligro. Pedimos la fuerza para acompañar a quienes llegan y nos solidarizamos con quienes se niegan a darles la espalda.

Que la dignidad venza a la desesperación.

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