“No solo un poco, sino mucho más, yo preferiría vivir en nuestra casa en la aldea, en las montañas, que aquí, en la ciudad”, insistió Haji Saleh a la delegación del equipo de ECAP en el Kurdistán Iraquí cuando les visitamos el 16 de octubre. Su casa en la aldea de Durgele había sufrido graves daños, lo que les obligó a desplazarse debido al bombardeo militar turco y a la ocupación de su región.
Aunque el alto el fuego ha significado que Turquía no haya bombardeado el Kurdistán Iraquí desde agosto, el ejército turco sigue ocupando sus tierras a lo largo de la frontera norte de la región del Kurdistán Iraquí. No pueden regresar a sus hogares, ni a sus vidas y ni a sus tierras.
Aunque la guerra de Turquía contra las personas kurdas tiene sus raíces en la década de 1990, su actual conflicto contra la fuerza de resistencia kurda, el ‘PKK’, se libra en nombre de la Guerra Contra el Terrorismo. Sin embargo, se trata de una guerra de terror, implementada y definida por Estados Unidos desde el 11 de septiembre.
La vida identificada con la tierra, tanto en la actualidad como a lo largo de los siglos, es expresada con frecuencia y pasión por el pueblo kurdo. La tristeza, la ira y el dolor por la pérdida del hogar y la tierra son una realidad constante para quienes sufren desplazamiento por la guerra.
Esta es la vida cotidiana de Haji, Saffia, Huri y su hermano, quien es ciego y está enfermo, y cuya casa también fue destruida por los bombardeos turcos. Ahora viven como personas desplazadas en la ciudad de Sakho, no lejos de las fronteras de Turquía y Siria, en el noroeste del Kurdistán Iraquí. Viven con las consecuencias continuas de la ocupación bélica y la opresión política.
Cuando la delegación les preguntó qué era lo que más extrañaban de la vida en la aldea, Saffia y Huri respondieron: “¡Todo! Éramos autosuficientes y no teníamos preocupaciones, ni rentas que pagar, ni salarios. También extrañamos la estrecha relación con las demás personas habitantes de la aldea. Ahora estamos todas dispersas”.
Oremos por esta familia y por todas las personas kurdas desplazadas atrapadas en la Guerra del Terror, que les priva de la vida y de la tierra en el único hogar que conocen y aman.


