¿Son realmente importantes los registros? ¿Es realmente importante preservar la memoria? ¿Pueden la memoria y la historia ser un arma en manos de las personas desamparadas, para el presente y para el futuro?
Estas son algunas de las preguntas que nos hacemos en nuestro trabajo con ECAP, especialmente con el Programa de Solidaridad con Migrantes en la Región Egea. Nos las hacemos sobre todo cuando sentimos cansancio y vemos que, a pesar de todos nuestros esfuerzos, a pesar de nuestra documentación continua, la situación sigue igual: la criminalización de la migración, de los migrantes y de la solidaridad; más violencia y más muertes en las fronteras; más prisiones y centros de detención.
A veces nos preguntamos si la información y las historias humanas que recopilamos son solo momentos fugaces en una línea temporal – momentos que incluso nosotres mismes olvidaremos pronto, cuando se produzca la siguiente injusticia: otro naufragio, otra condena injusta, otra prisión construida para personas inocentes.
Y, sin embargo, la esperanza surge en lugares inesperados y en momentos inesperados. El reconocimiento de la comunidad de El Guayabo en Colombia como sujeto de reparaciones colectivas, y el reconocimiento y la indemnización a las aldeas y familias del Kurdistán Iraquí afectadas por bombardeos ilegales, son victorias que nos dan nuevas fuerzas en este rincón del mundo. Las victorias que llegan tras años de lucha y resistencia – y tras la documentación persistente de la violencia y de la injusticia que sufren las comunidades – nos permiten responder a la pregunta “¿realmente importan los registros?” con un rotundo sí.
La memoria es un elemento esencial del presente, de nuestra identidad y de nuestros valores. Sirve como puente de solidaridad entre diferentes geografías, comunidades y épocas. Nos recuerda que la libertad y la igualdad nunca se dan por sentadas, sino que son el resultado de una lucha constante. Y olvidar no es simplemente la ausencia de conocimiento – es una forma de injusticia, ya que permite que se repitan los mismos errores, las mismas desigualdades y las mismas formas de opresión.
No nos rindamos al olvido, aunque a veces parezca el camino más fácil en nuestra vida cotidiana.
Que la memoria sea nuestra guía y nuestra brújula moral.
Oremos por nuestra memoria colectiva y nuestra historia colectiva de lucha.


