Por qué debemos abogar para que se recorte la financiación a la fuerza policial

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10 Julio 2020

Tenemos la capacidad y el deber de protegernos mutuamente

por Esther Townshend

Durante las últimas semanas han ocurrido protestas contra la brutalidad de la policía lideradas por activistas negros en los Estados Unidos y varios otros países incluyendo a Canadá. Ya era tiempo de que esto ocurriera. En los Estados Unidos las protestas comenzaron como respuesta al asesinato de George Floyd cometido por la policía. Los canadienses tenemos nuestras propias historias más cercanas a casa. El 27 de mayo Regis Korchinski-Paquet, una mujer de 27 años de ascendencia negra e indígena, murió tras caer de un balcón en un piso 24 en el occidente de Toronto. Su familia cree que fueron los oficiales de la policía quienes la empujaron del balcón. Su madre había llamado a la policía para que ayudaran a llevar a Regis al hospital por una urgencia de salud mental.

Últimamente he pasado mucho tiempo pensando en lo perturbador que es vivir en una sociedad donde la policía es el recurso más inmediatamente disponible para intervenir en una crisis de salud mental. Y así como nos convoca a proceder una declaración reciente de los ECAP en solidaridad con el Movement for Black Lives, he comenzado a abogar para que la ciudad de Toronto recorte la financiación a la fuerza policial.

¿Por qué? La razón más obvia es que la policía como institución que vigila es racista. Las estadísticas muestran sin duda alguna que es mucho más probable que la policía detenga, arreste y mate a gente negra e indígena que a gente blanca. Esto no es simplemente un asunto del prejuicio individual o colectivo entre los oficiales de la policía que se podría corregir. Desde el comienzo la vigilancia policial ha sido una herramienta para reforzar la supremacía blanca. En los EE.UU. los primeros departamentos de policía nacieron de las patrullas de esclavos. En Canadá la famosa Real Policía Montada de Canadá (RCMP) fue fundada para desalojar a los indígenas de su tierra para dar lugar a los ferrocarriles y colonos. Aun hoy la policía trata a la gente negra como presuntos criminales solo por moverse libremente en los sitios públicos. La RCMP continúa desalojando a indígenas de su tierra a la fuerza para la construcción de oleoductos y condominios. De hecho, la brutalidad de la policía y la criminalización de la gente negra e indígena han empeorado en los últimos cuarenta años ya que las políticas neoconservadoras han recortado fondos para los programas sociales, han permitido mayor y mayor explotación corporativa de la gente y el territorio y han incrementado la financiación de la policía como medio para reprimir el descontento social en ascenso. La retorica de la ley y el orden ha justificado la militarización de la fuerza policial y la expansión de la vigilancia hasta el punto de que la policía se comporta como una fuerza de ocupación en las comunidades pobres y racializadas.

Pero aun conociendo todo esto, para muchos, particularmente para los norteamericanos blancos, es difícil imaginar un futuro sin la fuerza policial. Esta es la segunda razón por la que creo que es importante recortar la financiación a la fuerza policial: los recursos masivos que se gastan en la vigilancia policial disminuyen nuestra capacidad de construir comunidades seguras y saludables. Actualmente se usa la vigilancia policial para manejar las crisis que resultan cuando a la gente se le niega sus necesidades básicas. La estrategia más efectiva de seguridad pública que podemos seguir es reducir la inequidad social. ¿Cuánto más pacificas serían nuestras comunidades si todos tuvieran acceso a vivienda asequible, buena comida, atención pública a la salud y trabajo significativo? ¿Cómo cambiarían nuestras relaciones con nuestros vecinos si tratáramos la adicción y la salud mental como asuntos de salud pública en vez de asuntos de orden público? Desde luego, la equidad significa mucho más que satisfacer las necesidades básicas de la gente; también significa renunciar a las estrategias de seguridad pública que dan prioridad al control social por encima de la dignidad humana. ¿Qué tipo de programas comunitarios nos permitirían responder al conflicto con estrategias para la reducción de hostilidades, mediación y justicia transformadora en vez de detención, encarcelamiento y vigilancia?

Los ECAP acompañan a comunidades que resisten la violencia corporativa y del estado con la no violencia. Vemos estas comunidades construyendo culturas de no violencia con educación decolonial y prácticas sanadoras tradicionales. Vemos comunidades que no cuentan con la fuerza policial para encontrar maneras no violentas de reducir las crisis. Sabemos que a través de las generaciones es posible construir comunidades que entienden el conflicto como una oportunidad para la transformación. Especialmente para los que vivimos en Norte América uno de los testimonios más importantes que podemos tomar hacia la paz es abogar para que nuestros gobiernos reduzcan la financiación de la vigilancia policial violenta y comience a financiar iniciativas que sanen nuestras comunidades.

 

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