16 de noviembre del 2020
por Abdallah Maraka
Mawlid Al-Nabi, que este año ocurre el 29 de octubre, es un día importante para musulmanes y musulmanas del mundo porque celebran el nacimiento del Profeta Muhammad.
Es un día muy especial en Hebrón porque en esta ciudad se encuentra la mezquita de Ibrahimi, considerada como uno de los cuatro sitios más importantes en el islam. Llegan a Hebrón personas de las diferentes ciudades palestinas alrededor de Cisjordania, como también turistas musulmanes de todo el mundo, para celebrar ese día y visitar la mezquita de Ibrahimi en la Ciudad Antigua. La mezquita fue divida en dos partes en 1994 tras la masacre cometida por un colono israelita dentro de la mezquita y los colonos israelíes y los visitantes judíos obtuvieron acceso exclusivo a más de la mitad del lugar incluyendo todos los jardines alrededor. Pero en este día, el ejército israelí permite a las personas palestinas visitar la parte ocupada de la mezquita.
Desde el comienzo del COVID-19 el numero de personas que visita la mezquita ha disminuido y el virus se volvió otro medio para que el ejército israelí estableciera más restricciones contra las personas palestinas.
Llegué al puesto de control de la mezquita antes de la oración del mediodía y me sorprendió el gran numero de personas palestinas esperando afuera del puesto para que la policía de frontera israelí abriera y pudieran visitar la mezquita en este día tan especial y practicar uno de los derechos básicos de los seres humanos, el derecho al culto.
Treinta minutos pasaron y el puesto de control seguía cerrado por lo que las personas comenzaron a cantar una canción religiosa especial mientras esperaban. Unos minutos después los soldados israelíes se volvieron violentos fuera del puesto empujando a las personas sin importar que fueran niños o adultos mayores. Luego cerraron la puerta principal del puesto de control.
Después un oficial israelí anunció que permitiría que entraran cincuenta personas a la vez las cuales tendrían que rezar y salir, justificando su decisión con la situación del COVID-19 y los protocolos de distanciamiento social. Sin embargo, afuera esperaban cientos de personas amontonadas para que el puesto abriera, lo que invalidaba la razón por la que limitaba el acceso.
A medida que el tiempo pasaba mi colega y yo decidimos intentar llegar a la mezquita desde otro puesto de control localizado al sur de la Ciudad Antigua de Hebrón pero el mismo procedimiento se estaba aplicando a todos los puestos de control de acceso a la mezquita. Durante el tiempo que estuvimos intentando acceder a la zona de la mezquita no pude dejar de pensar en cómo los derechos humanos más fundamentales, como el derecho al culto, son violados a diario.
Tras un largo desvío finalmente llegamos a la mezquita y me horrorizó lo que presencié. Vi barreras de hierro que bloqueaban e impedían cualquier manera de llegar hasta la mezquita y tres policías de frontera israelíes deteniendo a un grupo de niños y niñas palestinas dentro de las barreras de hierro que formaban una jaula. Como una persona palestina que aprendió sobre el holocausto, lo primero que me vino a la mente mientras presenciaba este tratamiento en el año 2020 es como los nazis enjaulaban a personas judías durante la Segunda Guerra Mundial. Dicho en pocas palabras, vi la historia repitiéndose.
Finalmente el día terminó y a pesar de los sentimientos encontrados un sentimiento predominó sobre los demás: “cuando el sol se levanta lo hace para todos, nada dura para siempre”.