Hogar es un lugar donde la persona se siente cómoda, calmada y segura, y un lugar que provee paz y privacidad. Es un lugar donde se reúne la familia, el lugar donde una persona puede encontrar refugio para descansar. Pero para la familia Is’efan, su hogar no es nada de esto.
La familia Is’efan vive al lado del muro apartheid de la colonia Kiryat Arba que conduce a la sinagoga. Diariamente la familia está bajo ataques por parte de los colonos violentos del área. “Aquí vivimos el horror a diario, no sabemos si tenemos que quedarnos en casa para estar a salvo, o afuera para ser conscientes del movimiento de los colonos y prepararnos para los ataques,” dijo Om Saqer Ise’fan, la madre de la familia. “Y cuando la situación nacional no es buena, esperamos aún más violencia”.
Imagínese usted viviendo en un espacio donde no puede dormir porque es vulnerable, o si logra dormir lo puede despertar una amenaza grave: un incendio en su casa, o una lesión a usted o alguien de su familia. Cada día usted tiene el mismo temor, preocupación y la responsabilidad de proteger su casa, su familia, y al mismo tiempo protegerse a sí misme. Debe mantener sus ojos abiertos, siempre tratando de predecir lo que pueda suceder.
“Algunas veces hacemos turnos para poder dormir, pero hay algunas noches horribles donde dormimos menos para poder continuar con vida y poder proteger a nuestres hijes”, continuó Om Saqer . “Nos aseguramos de tener extinguidores de fuego porque los colonos lanzan bombas molotov en nuestra tierra y nuestra casa”.
“Hace algunos años, un colono instraelí disparó directamente contra nuestra casa. Mi esposo salió para tratar de ahuyentarlo, pero éste continuó disparándole. Tuvo suerte de escapar”.
No solamente su integridad física está en peligro, sino que también la naturaleza volátil del lugar prohíbe tener una vida social, una práctica cultural profunda y esencial para su salud mental y emocional. Om Saqer anotó que “les parientes y amistades no se sienten segures de visitar el área pues existen muchos retenes que deben atravesar y un camino repleto de colonos extremistas. Así que tratamos de cultivar plantas para divertirnos y pasar el tiempo lo mejor posible”.
Estas historias hacen parte de la realidad de la familia Ise’fan y lo que tienen que afrontar a diario. A pesar del dolor y las dificultades que atraviesan diariamente, elles tienen la esperanza de que todo será mejor en el futuro. Su único crimen es haber nacido dentro de este sistema racista que castiga a las personas oprimidas. Elles practican la constancia como parte de la vida; esto les hace más fuertes y les conecta con su territorio. Uno puede ver en sus ojos la manera en que aman la vida—cuando yo les veo siempre recuerdo las palabras del poeta palestino Mahmoud Darwish, “Amamos la vida cuando se puede”.
Traducción por Adriana Cabrera Velásquez