“No voy a dejar esta tierra hasta que esté muerto”

La violencia de los colonos no ha cesado. De hecho, ésta se ha incrementado desde el inicio de la COVID-19.
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Miembro de ECAP con sombrero rojo escucha a un hombre con camisa blanca hablarle, sentados uno frente al otro.
109 / 5,000 Translation results Shaker Tamimi, residente de Jabal Jalis en el área H2 de Hebron, comparte historias con el miembro de ECAP Ahmad Abu Monshar.

La semana pasada ECAP visitó a la familia Tamimi en el área H2 de Jabal Jalis. Aunque el lugar está a una corta distancia de la oficina de ECAP, el conductor de nuestro taxi tomó una ruta larga y compleja hacia la casa de les Tamimi. Yo disfrutaba de las callejuelas y carreteras enrolladas hasta que mi colega subrayó la razón para este largo viaje. Teníamos que conducir entre treinta y cuarenta minutos porque la ocupación israelí ha vetado a les palestines la entrada a muchas de las áreas adyacentes. 

Cuando llegamos a la Jabal, o “montaña,” nos recibieron con una vista panorámica de la ciudad, pero en vez de un bello paisaje, vimos a soldados israelíes y a colonos por todos lados. A la izquierda estaba Kiryat Arba, el primer asentamiento establecido en Cisjordania. A la derecha otro asentamiento ilegal llamado Havat Gal. Directamente en frente estaba la base militar, a solo unos doscientos metros de la casa de la familia.

Por contraste, en el jardín de enfrente de la casa de la familia Tamimis se encontraba un alegre columpio. Ellos planean construir un parque infantil más grande que beneficie a toda la niñez palestina del área. La familia describió cómo este parque reunirá a la comunidad y le dará a les infantes actividades estructuradas. Si les niñes tienen un espacio designado para reunirse en gran número, los soldados y colonos tendrán menos motivación para provocarles.

Shaker Tamimi nos contó cómo los colonos acosan a la familia todos los días. Los colonos lanzan gases lacrimógenos por la ventana de la sala de su casa y han desenterrado sus cultivos en la mitad de la noche. Al principio de este año, cuando los colonos querían pavimentar la carretera que entra a Jabal Jalis, escogieron hacerlo durante Eid Al-Adha, cuando ellos sabían que sus vecines palestines estarían atendiendo a sus familias. “Ellos calculan cada uno de nuestros movimientos,” nos dijo Shaker. “Yo ya no duermo en las noches.”

Hace varios años Shaker regresó a casa después de alimentar y ordeñar a sus ovejas. La mañana siguiente, once animales amanecieron muertos. Los colonos habían regado veneno donde pastaban las ovejas. Shaker estaba camino al Ministerio de Agricultura para reportar el crimen cuando recibió una llamada del hospital para que fuera de inmediato. Ocho de sus hijes estaban enfermos de muerte —habían bebido leche de las ovejas envenenadas.

Afortunadamente, todes les hijes de Shaker sobrevivieron, Alhamdullilah (¡Gracias a Dios!) Pero la violencia de los colonos no ha cesado; de hecho, ésta se ha incrementado desde el inicio de la COVID-19. Con menos presencia internacional en el área, la agresión de los colonos ha sido implacable. Shaker nos contó que él podría hablar 24 horas seguidas siete días a la semana sobre casos de acoso de los colonos y aún así no le alcanzaría el tiempo.

Los colonos en Jabal Jalis no harán fácil la construcción del parque infantil, pero la familia Shaker está lista para afrontar el reto. “No voy a dejar esta tierra hasta que esté muerto,” dijo Shaker. “Continuaremos confrontando a los soldados y colonos”.


Traducción por Adriana Cabrera Velásquez

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