Es posible que haya escuchado el nombre de Adriana antes, y eso se debe a que Adriana no es nueva en ECAP — ella se ha desempeñado en varios puestos en ECAP durante la última década. Entonces, ¿qué llevó a Adriana a este trabajo y qué la trajo de vuelta después de todos estos años?
Fue siendo una estudiante de Teología en la ‘Earlham School of Religion’ (Escuela de Religión de Earlham) en Richmond, Indiana, que Adriana oyó hablar por primera vez de ECAP. Un compañero de clase era parte de la Mesa Directiva de ECAP y fue él, quien alentaría a Adriana a involucrarse en el trabajo. Pero sería varios años más tarde, después de graduarse de Earlham, trabajar en la ‘Quaker House’ (Casa Cuáquera) en Boston y regresar a su país de origen, Colombia, que Adriana comenzaría a pensar por qué este compañero de clase la había considerado una buena opción para ECAP.
Entonces, en el 2009, Adriana decidió unirse a una delegación de ECAP en Colombia, aprovechando la oportunidad para volver a familiarizarse con el país y con lo que estaba sucediendo política y socialmente. A Adriana le encantaba el trabajo que estaba haciendo ECAP y, a su regreso, solicitó hacer la capacitación de ECAP, la cual completó en el 2010.
El deseo de Adriana era unirse al equipo de ECAP Colombia, pero lamentablemente no había vacantes. Pasaron los meses y Adriana enfocó su atención en otro trabajo, hasta que descubrió que alguien la había nominado para ser parte de la Mesa Directiva de ECAP. Ese ‘alguien’ sigue siendo un misterio, pero su nominación provocó la chispa del siguiente capítulo de la relación de Adriana con ECAP.
Dos veces al año, la Mesa Directiva de ECAP se reuniría en los Estados Unidos. Fue en esta segunda visita que la entonces directora, Carol Rose, le dijo a Adriana que pronto habría una vacante para la Coordinación de Personal y, que ella pensaba que Adriana debería postularse. Y así lo hizo, ocupando el puesto en marzo del 2011.
En los años siguientes, Adriana viajó bastante de un lado a otro, entre los EE. UU. y Colombia. Adriana ahora estaba casada y el viajar frecuentemente se estaba volviendo difícil de sostener. Ella decidió que lo mejor sería renunciar a su puesto y aprovechar la oportunidad para centrarse en otros proyectos.
Después de renunciar a su cargo en ECAP, Adriana y Chivi se mudaron a una pequeña cabaña en el pueblo rural de Paipa, justo al norte de Bogotá. Paipa es una zona frecuentada por muchas personas ciclistas y al llegar, Adriana y Chivi notaron que la mayoría de estas personas ciclistas eran hombres y; eso las puso a pensar. Decidieron usar la bicicleta como una herramienta para empoderar a las mujeres y comenzaron a construir su propia ONG alrededor de esta idea.
Ahora era el 2020, el año de la pandemia, cuando Adriana recibió un duro golpe—su esposa Chivi murió repentinamente de un derrame cerebral. Adriana trató de continuar con el trabajo que habían iniciado juntas, pero le resultaba insoportable estar sin ella. Así que tomó la difícil decisión de cerrar el proyecto.
Adriana se hizo la pregunta, “¿y ahora qué?” y decidió acercarse a ECAP como traductora. Pasaron algunos meses, cuando un deseo que Adriana tenía hace tantos años—trabajar con el equipo de ECAP Colombia—finalmente se pudo realizar. Se abrió una posición para el rol en la Coordinación de Apoyo al Programa (CAP) para el equipo de ECAP Colombia y Adriana sabía que esta era la oportunidad que había esperado. En septiembre, ECAP le dio la bienvenida a Adriana como la nueva CAP para el equipo de Colombia.
La historia de Adriana es un recordatorio de cómo nuestras propias historias y experiencias únicas sirven para enriquecer este trabajo. Si bien todas las personas estamos en nuestro propio camino de vida, es esta comunidad de ECAP y la búsqueda de la justicia y de la liberación colectiva lo que nos une.