Estimada persona partidaria de la supremacía blanca,

Miembros de ECAP Palestina entablaron una conversación amistosa e introductoria con una persona blanca, pero esta tomó un giro inesperado.
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A person wearing a red CPT vest walks along a road with the apartheid wall to their right, covered in graffiti and towering over them.

Estimada persona partidaria de la supremacía blanca,

Por favor, absténgase de dar instrucciones a las personas palestinas sobre cómo relacionarse con colonos y deje de calificarlas de terroristas cuando se niegan a hacerlo.

Usted empezó la conversación con un comentario sobre como mis colegas y yo llevábamos sudaderas con capucha, que luego repitió al final de la conversación. Quizá no respondíamos a su estereotipo de lo que debe gustar a las personas palestinas o de lo que debemos llevar puesto.

No le di mucha importancia a esto, pero luego la conversación dio un giro cuando usted dijo: «No confío en usted ni en su organización». Le preocupaba que ECAP se centrara en destacar las injusticias cometidas por la ocupación israelí contra las personas palestinas en lugar de elogiar al gobierno israelí por sus acciones positivas hacia la comunidad árabe LGBTQ+. Le explicamos la práctica del gobierno israelí llamada «pinkwashing», una táctica que consiste en destacar el apoyo y la inclusión del colectivo LGBTQ+ como forma de distraer y encubrir crímenes como la limpieza étnica de personas palestinas en Masafer Yatta y los malos tratos del ejército de ocupación a niños y niñas de Palestina.

A pesar de esto, usted insistió en que las personas palestinas reconocieran la humanidad de colonos y nos culpó por no hacerlo. Olvidó convenientemente que les colonos también tendrían que ver la humanidad de las personas palestinas.

Como palestino y miembro de ECAP creo que no podemos unir a colonos y a personas palestinas hasta que se restablezcan los derechos humanos de las personas palestinas; dicho de forma sencilla, no somos iguales. No podemos mantener una conversación justa cuando hay desigualdad de poder, cuando les colonos tienen libertad de movimiento mientras que las personas palestinas estamos sometides a controles y debemos demostrar nuestra inocencia. Le recordé que las personas palestinas hemos sufrido durante más de 70 años, compartiendo nuestras historias sin ver ningún progreso. Apoyamos la resistencia popular no violenta y dirigida por personas palestinas, en la que ECAP trabaja con una comunidad indígena contra la opresión sistemática.

A pesar de nuestras explicaciones, usted insistió en su exigencia de que uniéramos a colonos y a personas palestinas. Cuando nos negamos, nos acusó de apoyar movimientos violentos como Hamás. Le aclaramos que apoyamos la resistencia no violenta a través de la defensa y la solidaridad. Sin embargo, usted ya había decidido que pensar al respecto.

Nadie tiene derecho a decirle a las personas palestinas lo que tienen que hacer, sobre todo cuando no son quienes sufren. No son quienes pierden a miembros de su familia, quienes esperan la liberación de hijos e hijas, quienes pasan por los puestos de control o quienes temen que entren soldados en sus casas por la noche. No tienen que pedir permiso para comprar cosas para sus casas, ni tienen que preocuparse de que sus hogares sean demolidos en cualquier momento. Para defender de verdad los derechos humanos, hay que estar con las personas de Palestina en su lucha por sus derechos.

Al concluir nuestra conversación, cerró el computador en un lugar seguro mientras mi comunidad sigue viviendo cada minuto en peligro. ¿Habría dicho lo mismo si se hubiera reunido con una organización de colonos?

Terminé la reunión con rabia, pues las palabras «no confío en usted ni confío en su organización» se me quedaron grabadas. Me sentí humillado y menospreciado, pero también fortalecido porque pude hablar y señalar la forma irrespetuosa en que nos trataron. No sólo tenemos que hacer frente a la ocupación, sino también a sionistas y supremacistas de todo el mundo. ¿Cuánta esperanza nos queda?

Atentamente,

Ahmad

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