Al conmemorar la Nakba todos los años en mayo, a menudo se recurre a las palabras e imágenes de desplazamiento, asilo, tiendas de campaña, masacres, pandillas sionistas y genocidio. Pero otro aspecto importante de la Nakba es recordar la alegría y la belleza cuando la generación anterior describe nuestra patria histórica y sus exuberantes jardines plantados con hierbas naturales de Mariamiyeh (salvia), zaatar (tomillo) y naranjos, almendros e higueras. También describen cómo las personas palestinas solían viajar libremente a Beirut, Amman y El Cairo utilizando las vías públicas y el aeropuerto palestino, viajando a las playas para nadar y pescar—lo que ahora está completamente restringido para las personas palestinas.
El 15 de mayo de este año, se cumplen 75 años de la Nakba o catástrofe, cuando Israel fue declarado Estado y 700,000 personas palestinas fueron brutalmente masacradas u obligadas a abandonar sus hogares y convertirse en personas refugiadas en otras partes de sus países de origen o en los países vecinos. Sus casas y aldeas fueron reemplazadas por los nuevos colonos israelíes que ocuparon tierras palestinas y declararon su nueva patria, ignorando el derecho de otro ser humano a existir, soñar y esperar.
Durante mi visita a Jordania en el 2022, conocí a un anciano en el centro de Amman, quien me preguntó de dónde venía. Le respondí que yo era de Palestina, y él dijo que él también era palestino, de Jaffa. El hombre dejó de hablar mientras las lágrimas caían por sus mejillas. Comenzó a describir recuerdos de su hogar y recuerdos en Jaffa cuando su padre solía recolectar naranjas de las granjas de naranjas. El anciano deseaba volver a su casa, al menos por un día, ver Palestina y caminar por la playa de Jaffa. Luego explicó historias brutales sobre cientos de familias que fueron masacradas por el Movimiento Sionista de Pandillas Haganah (paramilitares) que mataron brutalmente a muchas personas inocentes y, obligaron al resto a escapar y refugiarse en otros lugares hasta el día de hoy.
El anciano había huido de Yaffa con su familia. Primero llegaron a Hebrón, luego junto con otros miles de personas continuaron hasta llegar a Jordania como personas refugiadas, aún esperando regresar.
Oremos y encendamos velas por todas las personas refugiadas que han perdido sus hogares, sus recuerdos y sus familias y, que aún solicitan y buscan un lugar seguro para sobrevivir. Oremos por un mundo sin fronteras y el derecho a regresar a casa.