Hamás ha cometido crímenes de guerra en estas comunidades, esto es irrefutable. Y la maquinaria propagandística israelí está utilizando estos crímenes para promulgar un genocidio.
Cuando los combatientes de Hamás comenzaron su invasión de las comunidades israelíes cercanas a la frontera de Gaza, los medios de comunicación occidentales se llenaron de relatos espeluznantes de masacres, violaciones y bebés asesinados. Informaron que Hamás había secuestrado a la ciudadana alemana Shani Louka del festival de música Nova (donde supuestamente los combatientes dispararon y mataron a 260 de los asistentes al concierto), que la habían desnudado, violado y asesinado. Hablaron de bebés asesinados y decapitados en el kibutz Kfar Aza. Repitieron la afirmación del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu de que «se había violado y masacrado a mujeres».
La propaganda funciona para convencernos de que nuestros enemigos son los peores seres humanos imaginables. Las personas que decapitan bebés y cometen violaciones masivas merecen ser eliminadas, como dio a entender el Ministro de Defensa de Israel Yoav Galant, cuando dijo que iba a cortar la comida, el agua y la electricidad a dos millones de gazatíes que eran «animales humanos». O hace nueve años, en el Times of Israel, cuando un comentarista opinó que el genocidio no siempre es malo, si ocurre a las personas palestinas.
Hamás ha cometido crímenes de guerra en estas comunidades, esto es irrefutable. Y la maquinaria propagandística israelí está utilizando estos crímenes para promulgar un genocidio.
Shani Louk apareció en un vídeo en el que los combatientes la subían a un camión. Desde entonces, su madre ha recibido noticias de que Louk está siendo atendida en un hospital de Gaza, quizá uno que Israel este actualmente bombardeando, por una herida que recibió en la cabeza. El relato de los bebés decapitados fue ampliamente difundido en los medios de comunicación occidentales, una historia que se remonta a un periodista israelí que habló con un soldado que era un colono de derecha. Cuando el ejército israelí permitió a los medios de comunicación en lengua hebrea entrar en Kfar Aza tras su visita guiada para la prensa internacional, los periodistas israelíes vieron atrocidades, incluidos bebés asesinados, pero ninguna prueba de bebés decapitados, y les soldados con les que hablaron dijeron que tampoco habían visto bebés decapitados. Aunque Biden, el presidente de Estados Unidos dijo que había visto las fotos de esos bebés decapitados, un portavoz luego aclaró que no las había visto. Y nadie ha verificado aún las denuncias de violaciones.
Las masacres en comunidades israelíes y en el festival de música sacuden la conciencia, como debería ser, pero ¿dónde estaba la conciencia del mundo durante las docenas de veces que Israel, antes y después del Estado, masacró o colaboró en la masacre de civiles en Deir Yassin, Tantura, Kafr Qasim, los campos de refugiados de Sabra y Shatila, el campo de refugiados de Yenín, y sus siete operaciones de bombardeo sobre Gaza en las últimas dos décadas? ¿Por qué no hay gritos de indignación por los bebés palestinos muertos y mutilados sacados de los edificios destruidos por las armas israelíes de destrucción masiva? En los últimos ocho días, Israel ha matado a más de 700 niños en Gaza.
¿Qué pasa con las violaciones de mujeres, niñas y niños palestinos por soldados israelíes? (Las personas palestinas rara vez denuncian las violaciones debido al estigma de su sociedad, pero casi todas las personas palestinas conocen a alguien a quien le ha ocurrido). ¿Qué ocurre con los palestinos encarcelados sin cargos ni juicio? ¿Qué ocurre con los niños de tan sólo 12 años que son separados de sus familias, interrogados sin la presencia de sus padres o de un abogado y luego recluidos en una prisión militar dentro de Israel? Estas violaciones de los Convenios de Ginebra no incluyen las tensiones y humillaciones diarias a las que se ven sometidas las personas palestinas: alimentos y agua inadecuados, cientos de puestos de control que vigilan sus movimientos diarios, soldados que orinan en los depósitos de agua, colonos que amenazan con matarlos, soldados y colonos que insultan a mujeres y niñas.
Los medios de comunicación occidentales se refieren repetidamente a Hamás como «terroristas» que atacan a civiles israelíes. Pero cualquier psicólogo de Gaza le dirá que el bombardeo de saturación y los misiles israelíes aterrorizan constantemente a sus habitantes. Las personas palestinas de Cisjordania pueden describir vívidamente el terror que experimentan cuando los colonos atacan su aldea, o les soldados realizan redadas a medianoche en sus casas sin ninguna razón discernible.
Contrasta la forma en que los medios de comunicación occidentales cubren a combatientes ucranianos con la forma en que cubren a combatientes palestinos. Como los militantes de Hamás se «incorporan» en zonas civiles, se les acusa de utilizar a civiles como escudos humanos. Sin embargo, los combatientes ucranianos han hecho lo mismo. De hecho, Amnistía Internacional criticó al ejército ucraniano por «utilizar algunas escuelas y hospitales como bases, disparar cerca de las casas y a veces vivir en pisos residenciales». A los combatientes de Hamás se les llama «bárbaros» y «monstruos». Pero en 2022 los medios de comunicación cubrieron sin aliento al valiente Batallón Azov cuando se refugió en la planta siderúrgica de Azovstal y se convirtió en el último reducto de resistencia ucraniana a los rusos en su asedio a Mariúpol. Sin embargo, los medios de comunicación no mencionaron que los miembros del Batallón Azov eran neonazis impenitentes. La omisión fue curiosa, porque antes de la invasión rusa la BBC, el New York Times, el Washington Post y la Deutsche Welle habían cubierto las raíces fascistas del batallón.
En tiempos de guerra, debemos esperar que los medios de comunicación corporativos transmitan las mentiras de sus gobiernos. Para justificar la primera guerra del Golfo, en Estados Unidos un adolescente kuwaití dijo al Congreso que los soldados de Sadam Husein habían arrojado bebés de las incubadoras de un hospital. El segundo gobierno de George Bush impulsó la mentira de que Irak tenía armas de destrucción masiva, a pesar de que los inspectores de armas de la ONU dijeron que no las tenía. Cuando observamos una guerra en curso, a veces puede parecer imposible conocer la verdad, porque sabemos que los líderes de las naciones mienten, pero también sabemos que durante las guerras la perversión humana no tiene límites.
Pero he aquí algunas verdades fundamentales que se aplican a la guerra actual entre Hamás e Israel: Israel firmó los Convenios de Ginebra, que prohíben matar a civiles en tiempo de guerra. El profeta Mahoma (la paz sea con él), la ley islámica y la Declaración de El Cairo sobre los Derechos Humanos en el islam prohíben matar a civiles en tiempo de guerra. La ocupación militar israelí de Palestina y el asedio a Gaza violan las Convenciones de Ginebra y muchas otras leyes internacionales. Para poner fin a la matanza de civiles israelíes y palestinos, las personas palestinas deben ser libres.