¿Alguna vez, usted ha leído un libro que ha tenido que dejar durante un tiempo antes de volver a retomarlo? Soy una ávida lectora de ficción a la que le gusta perderse en un libro y devorarlo durante un fin de semana antes de poder abrir el portátil para trabajar el lunes por la mañana. Pero ‘Crosshairs’ me obligó a dar un paso atrás y respirar.
El título de ficción distópica ‘Crosshairs’, de Catherine Hernandez, me pareció demasiado cercano a la realidad. La supuesta historia «ficticia» me llevó a una paradoja lógica: el imaginario apocalipsis climático posterior a las inundaciones que lleva a Toronto a un estado de violencia policial fascista contra las poblaciones marginadas se lee casi como un relato documental de la política de identidad puesta de manifiesto por la pandemia del COVID-19, un desastre que la autora nunca habría podido predecir y que, sin embargo, guarda tantos paralelismos. La distopía es ahora una realidad. Pero a pesar de las aterradoras similitudes, Hernández nos da esperanza y valentía a través de una llamada contundente y directa a la alianza.
Este libro fue difícil de leer. Tal vez el escenario del centro de Toronto hizo que la historia me resultara más cercana, como alguien que creció en el suroeste de Ontario, pero los temas más generales parecían estar desarrollándose en tiempo real. El libro está clasificado como una ficción distópica—supuestamente un mundo post-apocalíptico imaginario—escrito hace menos de cinco años. Pero cuando empecé la lectura en octubre, las historias de las personas marginadas LGBTQ, las inmigrantes, las discapacitadas, las «Otras» musulmanas que eran acorraladas, torturadas, linchadas y enviadas a campos de concentración en ‘Crosshairs’ eran las mismas imágenes que estaba viendo—y continuo viendo— retransmitidas en directo desde Gaza, ya que nuestra realidad actual nos lleva a seis meses de genocidio israelí contra las personas palestinas.
Al terminar el libro, pensé que había pasado por alto el papel de las redes sociales en esta descripción de nuestra realidad distópica. Dado que las redes sociales han influido tanto en la forma en la cual nos comunicamos y recibimos las noticias en la última década, esperaba que el libro se centrara en esta fundamental herramienta. Aparentemente, aún me aferro a la esperanza de que una plataforma mediática impulsada por el pueblo pueda ayudar a evitar que un régimen fascista lleve a cabo un genocidio, pero cuando releí los fragmentos en los que las personas canadienses blancas comienzan a arquitecturar la Renovación me di cuenta de que la representación de los medios sociales fue acertada Los personajes de Hernández se graban a sí mismos mientras las aguas ahogan literalmente a sus familias. Mientras un padre negro suplicaba que dejaran entrar a su familia en una casa seca, «el vídeo se hizo viral. La gente compartió el vídeo, no para responder a su petición de ayuda, sino como advertencia de lo que estaba por venir». Los sistemas racistas de poder quedaron al descubierto a través de las redes sociales, pero la apatía fue más fuerte. Y aquí, en marzo del 2024, veo vídeos de las atrocidades de la ocupación israelí en Gaza respaldada por Estados Unidos, veo a activistas alterar a personas políticas y traficantes de armas, veo a personas académicas, en la defensa jurídica y a periodistas desacreditar la propaganda israelí y estadounidense, y veo cómo nada cambia.
Este libro es una llamada a las armas. A medida que la Resistencia crece, la narrativa activa de la novela reúne a los personajes principales, rescatándolos de las garras de la Renovación y transportándolos a zonas seguras donde se les da la opción de entrenarse para la resistencia violenta. Puede parecer extraño que una organización no violenta como ECAP promocione este libro por esta razón, pero creo que es increíblemente importante—especialmente como organización que se basa en el principio de la no violencia—para debatir los méritos de un levantamiento, en el contexto de los sistemas violentos más amplios contra los que lucha. Como dijo Judith Butler hace un par de semanas en referencia al ataque del 7 de octubre contra Israel, “Fue un levantamiento que surgió de un estado de subyugación y contra un aparato estatal violento. Se puede estar a favor o en contra de la resistencia armada. Se puede estar a favor o en contra de Hamás. Pero al menos llamémosla resistencia armada. Y entonces podremos debatir si nos parece correcto o si hicieron lo correcto.” Como practicantes de la no violencia, les animamos a enfrentar a los sistemas de opresión que defienden ciertos tipos de violencia y condenan a otras, lo que valida una narrativa sobre otra. No toda la violencia es igual.
Y por último, este es un libro para aliades. Hernández prepara el escenario de un régimen fascista opresivo y luego invita a las personas blancas a encontrar nuestro lugar en el. A través de una conmovedora relación entre un activista gay blanco y su madre, que está cuestionando la Resistencia, Hernández entreteje conceptos de culpa blanca, interseccionalidad, solidaridad performativa y auténtico protagonismo de las voces oprimidas de una manera que se siente genuina: Estas son las conversaciones difíciles que usted podría—y debería—mantener en torno a la mesa durante el Día de Acción de Gracias. Acompañar las conversaciones de alianzas es una oportunidad para pasar a la acción, un poderoso ritual que invita a un movimiento corporal con recordatorios diarios de que la alianza es una práctica continua:
Cuando no actúo, ¡soy cómplice!
Cuando sé que está ocurriendo algo malo, ¡actúo!
Cuando las personas oprimidas me dicen que estoy en la equivocación, ¡abro mi corazón y cambio!
Cuando el cambio lo lideran las personas oprimidas, ¡me hago a un lado y doy animo!
La escritora Catherine Hernández no solo escribe sobre formas prácticas de trabajar por la justicia, sino que también la he visto vivir en estos espacios de alianzas durante los últimos seis meses, apoyando públicamente a las personas manifestantes que interrumpieron la ceremonia del Premio Giller de Canadá 2023 para pedir un alto al fuego en Palestina. También ha defendido activamente en las redes sociales el alto al fuego y ha salido regularmente a la calle en apoyo de una Palestina libre.
En el epígrafe inicial, Hernández le deja con el reto definitivo. «A las personas privilegiadas: Sobrevivirán a su incomodidad mientras lee este libro. Pero muchas personas como yo, que nos sentamos peligrosamente en varias intersecciones de identidad, no sobreviviremos lo suficiente para que usted complete la última página. ¿Qué hará usted?»
Como a mí, este libro puede llevarle un tiempo para terminarlo. Pero es increíblemente importante que usted lo hagas.