A finales de agosto, un operador militar turco de aviones no tripulados mira la señal en directo en su pantalla para centrarse en el siguiente objetivo, que es un vehículo de personas pasajeras en movimiento en el Kurdistán Iraquí, a cientos de kilómetros de distancia de donde se encuentra sentado en una sala de control.
En ese vehículo, Akam*, un periodista de unos 30 años, se dirige al campo para hacer un picnic con algunas personas colegas y con amistades. Dos personas van en el asiento trasero, y otras cinco en un vehículo que circula delante de elles.
De vuelta en la base militar turca, el operador del dron localiza el coche de Akam y pulsa el botón de disparo. El misil del avión no tripulado impacta en la parte trasera del vehículo y explota. De algún modo, Akam consigue desabrocharse el cinturón de seguridad y salir del coche. Él se ve incapaz de caminar, pero se arrastra hasta un lado de la carretera, lejos del vehículo, ahora envuelto en llamas. Sus dos amistades no logran escapar y mueren a consecuencia del ataque.
Un mes después, integrantes de ECAP KI visitan la casa de la familia de Akam para hablar con él sobre su experiencia. Akam está sentado en un sofá y no puede caminar debido a sus heridas. Tiene movimiento limitado del brazo y la mano izquierdos. Tan graves como sus lesiones físicas son las lesiones psicológicas con las que ahora vive. “Ahora tengo fobia a los carros. No quiero salir de la ciudad ni de mi casa. Tengo pesadillas”.
Existe una conexión canadiense con la terrible experiencia de Akam: Los aviones no tripulados turcos están equipados con material óptico de puntería muy sofisticado de fabricación canadiense, fabricado cerca de Hamilton, Ontario. Se supone que las leyes de exportación de armas del gobierno canadiense y los tratados internacionales de comercio de armas que ha firmado prohíben la venta de material militar a gobiernos que lo utilizan para violar los derechos humanos.
Pero, a pesar de que en un período del 2020 al 2023, en el cual Canadá bloqueó la venta de estos sensores a Turquía (sin relación con la campaña militar de Turquía contra las personas kurdas iraquíes), ‘Project Ploughshares’ (Proyecto Ploughshares), una organización canadiense de supervisión de armas, indica que la empresa matriz, ‘L3Harris’, está exportando de nuevo a Turquía para su uso en sus mortíferos drones militares.
El armamento y los equipos utilizados para hacer la guerra son cada vez más potentes, sofisticados y mortíferos. Muchas de estas armas proceden de países occidentales como Estados Unidos, Canadá y países de la UE, países que tienen políticas sobre el papel para evitar que las armas sean utilizadas por países con un historial conocido de abusos contra los derechos humanos. En la práctica, el atractivo de los grandes beneficios y las consideraciones políticas se imponen con demasiada frecuencia a las salvaguardias, como ocurre con Canadá y Turquía.
Cuando Akam se entera de la conexión canadiense con el dron que casi acaba con su vida, guarda silencio durante un momento. Finalmente, dice: “Esto debe acabar”.
Oremos para que Canadá y otros países que exportan equipamiento militar a Turquía sigan sus políticas y pongan fin a estas ventas de armas para que cesen las violaciones de los derechos humanos. Oremos para que las economías militares se transformen en economías al servicio de las personas. Oremos para que las espadas se conviertan en arados. Oremos para que los drones asesinos se conviertan en hospitales y escuelas. Oremos por la fortaleza y por la recuperación de Akam, para que cesen sus pesadillas y que él vuelva a caminar.
* Akam es un seudónimo utilizado para proteger su seguridad e identidad.