Cada mañana en Hebrón, los sonidos de les niñes que van a la escuela llenan los vecindarios cercanos a los puestos de control militar de Qitoun, Al-Salaymeh y 56. El sonido de sus pequeños pasos resuena en las estrechas calles bordeadas de puestos de control militar y de torres de vigilancia que se ciernen sobre elles como un águila sobre su presa. Las familias de les niñes rezan por la mañana antes de enviar a sus hijes a enfrentarse a personas soldado armadas y a portones metálicos. Sus mochilas no solo llevan libros, sino también el peso del miedo y del trauma.
Recordamos a les niñes que recorren estos caminos cada día, recordamos las sonrisas que se van apagando cuanto más se acercan a los portones. Recordamos a las familias que se asoman a las ventanas para mirar, esperando que sus hijes crucen sanes y salves. Recordamos a las personas docentes que abren las puertas de sus aulas con la decisión de demostrar que el aprendizaje puede ser más fuerte que el miedo. Recordamos las frías mañanas y los láseres apuntándonos mientras nos quedamos de pie observando por encima del hombro de les niñes.
Durante décadas, estas calles han sido testigo de las lágrimas, las risas, el miedo y, lo más importante, la valentía de les niñes. Durante décadas, las personas soldado han ido y venido, los turnos han cambiado, les capitanes se han alternado y las políticas han cambiado, pero su violencia opresiva ha seguido siendo la misma. Estes niñes eligen despertarse, caminar, jugar, aprender y soñar, incluso cuando el mundo les dice que no pueden.
Llevamos en nuestro corazón a cada niñe que duda en seguir caminando cada vez que se acerca a un puesto de control militar. Llevamos en nuestro corazón a cada pequeñe que llora cuando una persona soldado le grita, y a les niñes mayores que fingen no tener miedo. Llevamos en nuestro corazón a quienes nos guían, a quienes nos protegen. Llevamos en nuestro corazón a sus familias, a sus vecines, a sus docentes y a quienes observan, esperando cualquier señal para brindar ayuda.
Que estes niñes crezcan algún día sintiéndose segures. Que estes niñes crezcan sabiendo lo importante que es su valentía. Que estas rejas que les confinan se conviertan en puertas que se abran a un futuro brillante.
Que las calles por las cuales caminan cada día resuenen con sonidos de seguridad y risas, en lugar de gritos exigiéndoles que suelten sus bolsones.
Les pedimos a ustedes que oremos por la fortaleza necesaria para acompañarles en su camino.
Les pedimos a ustedes que oremos por la sabiduría en todos nuestros corazones para decir la verdad cuando el silencio parece mucho más fácil.
Les pedimos a ustedes que oremos por una realidad mejor y por una vida más segura.
Que el camino hacia el aprendizaje sea fácil y que Palestina sea libre algún día.