Convirtiéndose en abolicionista

En el último artículo de nuestra serie sobre abolicionismo, la directora interina de ECAP, Melissa Berkey-Gerard, reflexiona sobre el desarrollo de su convicción de que el sistema penitenciario debe ser desmantelado y re-imaginado hacia la justicia y la sanación.
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The sky over a barbed-wire fence

Estimada persona que está leyendo – sabemos que ECAP cuenta con una base de apoyo diverso con distintos puntos de vista sobre cuestiones de justicia. Creemos que la construcción de paz es un recorrido que hacemos juntes. En las próximas semanas publicaremos artículos de reflexión sobre el tema de la abolición. Le invitamos a leer y a reflexionar con nosotres. Envíenos sus pensamientos a peacemakers@cpt.org.

Usted puede leer los otros artículos de la serie: ‘My journey towards abolitionism (Mi Caminar Hacia el Abolicionismo)’, del reservista de ECAP Chuck Wright, y ‘Abolition: building community to transform violence and oppression (Abolición: Construir Comunidad para Transformar la Violencia y la Opresión)’, de la Red de Solidaridad en Isla Tortuga.


Nadie es libre hasta que todo el mundo es libre.” – Fannie Lou Hamer

Soy una persona abolicionista, de corazón y de mente, una convicción que ha crecido en mí con el tiempo y junto a mi experiencia trabajando por la liberación.

Al principio de mi carrera, trabajé con mujeres encarceladas en el estado de Nueva York, en Estados Unidos. Muchas mujeres habían sido condenadas en virtud de la draconiana Ley Rockefeller, que imponía largas penas obligatorias por posesión o venta de pequeñas cantidades de sustancias ilegales. La gran mayoría de las mujeres encarceladas eran madres, separadas de sus hijes durante su encarcelamiento. A medida que pasaba tiempo en las prisiones y con las mujeres que volvían a la comunidad, comprendí que la cárcel no disuadía la delincuencia ni mantenía necesariamente segura a la comunidad, sino que, de hecho, causaba más daño. La mayoría de las mujeres estaban presas por delitos no violentos, y las condenadas por agresión o asesinato solían ser víctimas de violencia doméstica que habían hecho daño a sus agresores. Se demostró que las alternativas al encarcelamiento en estos casos eran más eficaces para reducir la reincidencia y además mantenían unidas a las familias. No me resultó difícil posicionarme en contra del encarcelamiento de mujeres condenadas por delitos no violentos o que habían actuado en defensa propia. ¿Pero la abolición total de las prisiones? Para mí eso era mucho más difícil.

Me quedé atascada en una pregunta: pero ¿qué pasa con quienes cometen asesinatos, las personas asesinas en serie, las personas que cometen violencia sexual? ¿Cómo mantenemos a la comunidad a salvo de daños sin prisiones? Yo no tenía una respuesta práctica a esas preguntas, ni experiencia con alternativas al encarcelamiento para personas que cometían actos violentos. Así que seguí creyendo que la prisión era, de hecho, necesaria para la seguridad de la comunidad en general – al igual que las personas que creen en la guerra justa, yo no estaba totalmente comprometido con otro camino.

Y luego me uní a la junta asesora comunitaria de una de las prisiones de mujeres de la Ciudad de Nueva York. Las mujeres encarceladas también formaban parte de la junta asesora, y nos pidieron a algunas personas que vivíamos fuera que pusiéramos en marcha un programa universitario con ellas, para que ellas pudieran estudiar y obtener un título universitario mientras estaban en prisión. Durante los años que trabajamos codo con codo para construir el programa universitario, mi corazón empezó a anhelar el fin de todas las prisiones, porque yo quería la libertad para mis compañeres. Mi mente aún no tenía una respuesta para la pregunta de si la prisión necesitaba existir, en algunos casos, por seguridad, pero había encontrado otro punto de partida que no podía negar. Mi creencia en la abolición surgió de mis propios valores, de mi creencia en la dignidad, el valor y el amor inherentes a cada persona. Mi deseo de restauración, sanación y plenitud – incluso frente al conflicto y al daño – me llevó a la convicción de que todo el sistema carcelario debe ser desmantelado y re-imaginado hacia la justicia y la sanación.

Bryan Stevenson dice: “Todos somos más que lo peor que hemos hecho”. Stevenson, fundador de la ‘Equal Justice Initiative’ (Iniciativa de Igualdad de Justicia), defiende a personas que están injustamente encarceladas, especialmente a las condenadas injustamente a pena de muerte en Estados Unidos. Él ha dedicado su vida a acabar con la injusticia que supone la pena de muerte. Si partimos de la creencia de que cada persona es merecedora de gracia y de dignidad, independientemente de lo que haya hecho, podemos imaginar un enfoque diferente. La premisa que las personas merecen una segunda oportunidad, una oportunidad real de transformación y restauración, sanación del trauma y una salida de la pobreza. Una perspectiva que reconoce que el sistema actual criminaliza la pobreza y se beneficia del encarcelamiento.

No tenemos que tener todas las respuestas para empezar a avanzar hacia un cambio. A medida que mi corazón se convencía de que el actual sistema carcelario está empeñado en destruir, volver a traumatizar y humillar a todas las personas que lo tocan (incluyendo a las personas que están empleadas por el), llegué a la convicción de que todo esto debe ser desmantelado, abolido, siguiendo el ejemplo de muches que han estado al frente de este movimiento. Angela Davis afirma, “If we’re going to begin the process of eliminating structural racism, we certainly have to start with prisons (Si vamos a iniciar el proceso de eliminación del racismo estructural, sin duda tenemos que empezar por las prisiones).

Y cuando nos centramos en el cuidado de todas las personas, especialmente las más afectadas por el trauma, el racismo, la pobreza y el sistema carcelario, nuestra imaginación es libre para soñar con un futuro diferente. El ‘Abolitionist Law Center’ (Centro de Derecho Abolicionista) afirma: “‘We see the possibility for communities strengthened by moving from a model of punishment to one of accountability and transformative justice’ (Vemos la posibilidad de que las comunidades se fortalezcan al pasar de un modelo de castigo a otro de rendición de cuentas y de justicia transformadora) – cambiando no sólo la manera en la cual respondemos colectivamente al daño, sino también la forma en que nos relacionamos y cuidamos colectivamente unes de otres». Este enfoque requiere trabajo, requiere dedicación, nos requiere a todes.

En ECAP, estamos en un recorrido hacia la abolición en nuestras prácticas, tanto en las maneras en las cuales interactuamos con actores con armas y agentes estatales, como con nuestro propio personal, políticas y prácticas. Aunque nuestra interacción y coordinación con les agentes estatales difiere en función del contexto, tenemos claro que nuestra seguridad depende de cada une. Dedicamos tiempo y recursos a desarrollar y formar a les ECAPs en protocolos de seguridad adecuados a cada contexto. Recientemente, en una manifestación de protesta en Washington DC, un pequeño grupo formado por otras dos personas ECAPs con formación y yo misma fuimos recibimos el llamado para desescalar una situación volátil, utilizando la confianza y la comunicación como nuestra herramienta más poderosa. Nuestra formación y experiencia en ECAP nos dio la confianza y las habilidades para permanecer juntes y mantener la seguridad de la multitud de forma creativa, sin llamar a las fuerzas del orden para que intervinieran.

En nuestras prácticas internas, hemos empezado a integrar la justicia transformadora en nuestras políticas y lineamientos. Nuestra labor de presenciar cómo seres humanos dañan a otros seres humanos, documentar la violencia y la opresión, y acompañar sin armas a personas amenazadas nos hace especialmente susceptibles a los efectos nocivos del trauma secundario, la fatiga por compasión y el agotamiento. Muchas veces esto significa que nos volvemos unas personas contra otras en lugar de ser capaces de sanar nuestro propio trauma. A medida que seguimos reconociendo este hecho, estamos reformando nuestras políticas y prácticas para adoptar un enfoque más saludable del conflicto, que invite a la rendición de cuentas y no excluya la reparación y la restauración.

En palabras de Brian Stevenson, “to achieve meaningful change, people must be willing to take uncomfortable steps’ (para lograr un cambio significativo, la gente debe estar dispuesta a dar pasos incomodos). Está en la naturaleza humana querer quedarse con lo que es seguro y familiar… Sólo significa que realmente usted tiene que tomar la decisión… de hacer lo que es incómodo». Que nuestra imaginación y nuestra compasión se expandan para hacer el trabajo difícil e incómodo – hasta que todes seamos libres.

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