Llamado a pastorear las ovejas. Palabras de despedida de la Coordinadora de Personal de ECAP

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redECAP
15 de diciembre 2015
Llamado a pastorear las ovejas. Palabras de
despedida de la Coordinadora de Personal de ECAP

por Adriana Cabrera-
Velásquez

 Recientemente mi esposa Silvia y yo nos
unimos a un grupo de personas en Paipa interesadas en crear un centro de
rescate y adopción de perros y gatos. Paipa es una población de 32000 habitantes
en el corazón de los Andes Colombianos, a donde migramos hace un par de años escapando
del caos de Bogotá, la capital de Colombia.

Aquellos de Ustedes que siguen las noticias
de Colombia recordarán que Paipa fue uno de los epicentros de un Paro Nacional
Campesino  que sacudió la economía
nacional en agosto del 2013. Ciertamente 
una gran parte de la población paipana cultiva los productos agrícolas
que consumimos en otras partes del país.  

Recientemente mi esposa Silvia y yo nos
unimos a un grupo de personas en Paipa interesadas en crear un centro de
rescate y adopción de perros y gatos. Paipa es una población de 32000 habitantes
en el corazón de los Andes Colombianos, a donde migramos hace un par de años escapando
del caos de Bogotá, la capital de Colombia.

Aquellos de Ustedes que siguen las noticias
de Colombia recordarán que Paipa fue uno de los epicentros de un Paro Nacional
Campesino  que sacudió la economía
nacional en agosto del 2013. Ciertamente 
una gran parte de la población paipana cultiva los productos agrícolas
que consumimos en otras partes del país. 

Paipa también es el lugar donde en 1959 el
General Gustavo Rojas Pinilla, único dictador en la historia colombiana, creó
un remanso de seguridad para sí y otros altos rangos de las fuerzas Militares Colombianas,
aprovechando las fuentes de agua termal del pueblo, restantes de lo que en
alguna época fue un gran volcán. 

Hoy en día, Paipa continúa siendo un
remanso de seguridad para los militares. El Lago Sochagota   (“Gota de Agua de Luna” en dialecto Chibcha),
tallado artificialmente en la montaña durante la dictadura militar para
incentivar el turismo en el municipio, permanece como un diario recuerdo de la
fuerte, aunque callada, presencia militar en la región.

Completando el paisaje humano de Paipa está
un grupo de personas como yo: clase media privilegiada de Colombia,
generalmente proveniente de Bogotá, quienes hemos y continuamos migrando en
búsqueda de consuelo ante las tensiones de nuestra preocupante ciudad capital. 

Llevando conmigo todo el privilegio que,
sin importar lo noble de mis intenciones, no puedo dejar atrás, he esperado
pacientemente, al estilo de ECAP, por una invitación para unirme a iniciativas
locales para transformar la violencia y la opresión.

 Una
llamada a principios de noviembre de parte de Sandra Milena Yaya, la
veterinaria de nuestras mascotas y renombrada lidereza local, prueba que una
tarea de suprema importancia en la búsqueda de acompañamiento genuino es el permanecer.
Sandra pensó en Silvia y en mi para la iniciativa de rescate de animales porque
ella ha visto el cuidado que tenemos por nuestros propios animales rescatados. Silvia
y yo tenemos un montón de diplomas académicos, pero ninguno de estos por si
mismo hubiera logrado la invitación que nos abrió las puertas a relaciones
estrechas con miembros de nuestra nueva comunidad.

Y es así que, ciertamente yo haría mal
minimizando el llamado a ser parte de una comunidad afanándome por atender
asuntos en Barrancabermeja, Chicago, Sulemainia, Grassy Narrows, o Hebrón.  

David fue llamado de la pradera en donde
estaba pastoreando sus ovejas para convertirse en el Rey de una Nación. En mi carrera
de contravía en ECAP, cinco años en el Equipo Administrativo finalmente me han
preparado para salir a la pradera a pastorear las ovejas.

Y es así que sigo mi camino, en paz y
gratitud.  

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