Esta vivienda para una sola familia fue medida y fotografiada por los soldados israelíes
la noche del 12 de agosto.
Esta vivienda para una sola familia fue medida y fotografiada por los soldados israelíes la noche del 12 de agosto de 2019. Un niño palestino guio a los visitantes de ECAP Palestina: “Esta era mi habitación. Aquí quedaba la cocina donde ayudaba a mi mama a cocinar”.
Los israelíes asaltaron tres hogares palestinos repetidas veces, lo que incluyó perros policiales, detenciones brutales, expropiaciones, niñes aterrorizados, ordenes de demolición… y han pasado 8 semanas y las autoridades israelíes siguen silencio total. Estas violaciones las están viviendo la familia extendida de apellido Assafrah y sus parientes Zahur del pueblo de Beit Kahil.
Los asaltos comenzaron después del 8 de agosto cuando el cabo y estudiante de yeshivá israelí Dvir Yehuda Sorek fue encontrado muerto en el camino hacia su yeshivá al lado de Migdal Oz, un asentamiento israelí ilegal al sur de Jerusalén.
Durante esas semanas de silencio oficial, la familia palestina (Assafrah/Zahur) en Beit Kahil cerca a la ciudad de Hebrón sufrió ola tras ola de detenciones, asaltos en la noche, negación de permisos de trabajo y condenas categóricas en los medios israelíes, sin una sola palabra oficial de las autoridades que explicara la situación y sin oportunidad alguna de contactar los miembros de la familia detenidos.
Dos días después de que se encontrara el cuerpo de Dvir Sorek, la persecución israelí subsiguiente consiguió sus primeras detenciones, y como resultado el Primer Ministro Netanyahu felicito publica y cálidamente a las fuerzas israelíes diciendo: “Han arrestado al asesino de Dvir dentro de 48 horas… hemos mapeado las casas de los terroristas y pronto las demoleremos”.
Hasta que la corte militar formulo cargos el 3 de octubre, la familia palestina recibía ansiosamente información únicamente a través de los medios (en un ambiente de campaña política intensa) y de la organización de derechos humanos HaMoked. Los periódicos originalmente identificaron a los sospechosos como Nazir Assafrah de 24 años y Qasen Assafrach de 30. HaMoked informó sobre los sitios donde las autoridades israelíes tenían a los detenidos y confirmó la orden de demolición de dos apartamentos y una vivienda para una sola familia. La corte israelita no ha permitido que la familia o los abogados tengan contacto con los detenidos, como tampoco les ha permitido asistir a las audiencias de detención que son secretas.
Los miembros de esta familia palestina extendida viven cerca los unos de los otros en Beit Kahil, unos en el edificio que esta bajo amenaza y otros en la casa cercana que también fue elegida para demolición. Esta gran pesadilla comenzó a las 2:00 a.m. el 10 de agosto, la noche antes de la celebración de Eid al-Adha, cuando las fuerzas israelíes los despertó al derribar sus puertas delanteras e invadió los cuartos de las mujeres, soltaron los perros policiales a los hermanos que dormían en el techo compartido por la familia, y arrastró a todos a una de las habitaciones de cada casa. Les niñes aterrorizados llamaban a sus padres a gritos. Las fuerzas volcaron patas arriba todos los objetos de las casas hasta las 6:00 a.m. y detuvieron a tres hombres y una mujer—los dos hombres identificados por la prensa como sospechosos, Nazir Assafrah y Qasem Assafrah, junto con Ekrema, el hermano de Nazir, y Enas, la esposa de Qasem. También expropiaron el carro de Qasem.
El 12 de agosto a las 2:00 a.m., la segunda ola comenzó. Las fuerzas israelíes asaltaron ambas casas de nuevo, realizando búsquedas y tomando fotos y medidas internas y externas de las casas. Más tarde ese mismo día, la familia Assafrah descubrió el compromiso políticamente oportuno emitido públicamente por el PM Netanyahu de demoler sus casas. Sintieron que no tenían ninguna opción fuera de evacuar las casas de Qasem y Nazir. Cuando visitaron los observadores de derechos humanos, un niño los guio: “Esta era mi habitación. Aquí quedaba la cocina donde ayudaba a mi mama a cocinar”. Cuando le preguntaron donde estaban sus parientes, contesto con naturalidad, “están en prisión”.
Los adultos en la familia describen otros efectos de esto en les niñes. Fuera de estar ahora repentinamente desplazados en casas de otros parientes y la ausencia de las personas cercanas que aman, les niñes tienen pesadillas frecuentes, y uno de ellos tiene incontinencia inducida por el trauma. Preguntan con miedo, “¿Vendrán los soldados de nuevo esta noche?”
Tercera ola: 15 de agosto. Cuando entraron las fuerzas israelíes al pueblo, los palestinos pensaron que su llegada era un asalto de demolición y se resistieron a su entrada. Los soldados israelíes lograron llegar hasta la casa de Qasem, permanecieron allí unas horas y luego se fueron.
El siguiente golpe llegó prontamente con consecuencias financieras devastadoras: la suspensión y posible cancelación de los permisos de trabajo para entrar a Israel. Al comienzo la orden afectaba solo a tres miembros de la familia, pero hasta el momento de este escrito, el número ha subido a 60, no solo de miembros de la familia sino también de otros en su barrio de Beit Kahil. Con la falta de empleo generalizado en la región, esta extensa familia palestina ahora depende de trabajos esporádicos, principalmente como jornaleros en construcción, y el sueldo de un profesor con jornada reducida.
Cuarta ola de detenciones: en la mañana del 20 de agosto, las fuerzas israelíes asaltaron el pueblo de nuevo y arrestaron seis hermanos y primos de la familia más.
Quinta y sexta olas: el 4 de septiembre, el ejército israelí detuvo otro miembro de la familia. Un día después, la madre de la detenida Enas, esposa de Qasem, que ya estaba afligida con dolor y ansiedad fue hospitalizada con síntomas de un derrame que tuvo como resultado parálisis parcial y perdida de memoria. Una semana más tarde, el 11 de septiembre, mientras la madre estaba enferma en el hospital, las fuerzas israelíes se llevaron a tres miembros más.
El 13 de septiembre, la familia palestina descubrió, a través de HaMoked, que las autoridades israelíes habían emitido las ordenes de demolición para los dos apartamentos y la vivienda de una sola familia que las fuerzas israelíes habían inspeccionado (otra casa ha sido agregada a esa lista desde ese momento). Las apelaciones a las demoliciones tienen que someterse a un proceso de dos etapas; las cortes suelen rechazar la primera apelación, y la apelación final a veces resulta en la decisión de reducir el numero de unidades que se demolerán. Este proceso no parece tener relación alguna con los fallos legales de culpabilidad o inocencia en las cortes.
El 16 de septiembre, las cuatro detenciones nuevas incluyeron el vicealcalde Bassam de Beit Kahil y su hijo. El patrón de detenciones, ordenes de demolición, rechazo de contacto con familia o abogados para los detenidos, y suspensión y cancelación de permisos de trabajo, todos sin el debido proceso de la ley, son la descripción clásica de castigo colectivo—explícitamente prohibido por la ley internacional (Articulo 87 de la Tercer Convenio de Ginebra; Protocolo Adicional I, art. 75.2.d y 75.4.b; Protocolo Adicional II, art. 4.2.b).
A partir del 3 de octubre, la corte militar israelí finalmente anunció los cargos, revelando que había acusado a tres palestinos más—Ahmad Assafrah, Yusef Zahur y Mahmoud Atuna. Dos viviendas adicionales de Beit Kahil están bajo orden de demolición y las familias anticipan que habrá más en el futuro cercano. Las apelaciones para las primeras ordenes (ver 13 de septiembre arriba) están aun pendientes pero las familias prevén que el ejército israelí destruirá sus hogares después de la audiencia judicial del 31 de octubre.
La demolición de hogares es una violación a los derechos humanos universales y ataca la necesidad más básica de cualquier familia—la necesidad de tener refugio y un sitio propio. Las Fuerzas Ocupantes Israelíes tienen como practica no solamente demoler las viviendas de familia, sino también la infraestructura alrededor, tales como escuelas, aljibes y centros comunitarios.