ECAP INTERNACIONAL: La bomba, el piloto y el valle

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9 de septiembre 2020

Logo of a black bomb in a red circle with a red slash drawn through it

Ser un piloto de aviones de reacción es ser mi enemigo. Ser un defensor de su nación, significa bombardear mi comunidad, ser el mutilador de las piernas de mi amigo Saman cuando solo tenía nueve meses.  

 

por Rûnbîr Serkepkanî

Estaba hablando con un familiar, quien me contó acerca de su hermano, un piloto combatiente ya retirado. “Defendiendo la nación,” dijo mi familiar, concluyendo la conversación. Yo no dije nada, aunque me pregunté, ¿cómo puede un piloto de aviones de reacción defender la nación? Todas las imágenes de las personas que conozco que han estado en la línea de combate, disparando a sus enemigos con rifles de precisión y lanzacohetes katyusha, matándolos con bombas y cuchillos. Metralletas BKC y kalashnikovs. Cada uno de ellos justificaba sus acciones con la excusa de que estaban defendiendo la nación. Entonces recordé a mi amigo Saman, quien perdió las dos piernas siendo apenas un bebe cuando una bomba cayó sobre su casa.

Mi hijo tiene apenas nueve meses, la misma edad que tenía Saman cuando un jet iraní le cortó sus piernas. De repente podía ver venir los aviones de reacción. Mi alma temerosa podía escuchar como se acercaban cada vez más y después soltar las bombas sobre nosotros. Y luego fuego, destrucción, oscuridad, extremidades yaciendo por todas partes y un futuro incierto. Saman creciendo sin sus piernas y sin sus padres. 

También recordé a mi amigo Fatah, quien me contó sobre sus experiencias en la guerra de Irak e Irán. Él vio miles de soldados muertos: cristianos, chiíes, sunnís, yazidíes, mandaeanos, árabes, kurdos, persas, baluchis, luros. Todos ellos masacrados al mismo tiempo por un gas esparcido por aviones iraquíes. “Los dos frentes silenciosos ante la muerte,” Fatah dijo. Todos estaban unidos en la muerte.  

Mis primeras memorias son de jets arrojando proyectiles sobre mi pueblo. El gobierno iraní nos bombardeaba porque éramos «iraquíes.» El gobierno iraquí también lo hacía porque éramos «separatistas kurdos.» Mi vida está repleta de personas que perdieron sus vidas, extremidades, o quedaron incapacitados debido al trauma porque helicópteros y aviones arrojaron bombas sobre ellos. Ser un piloto de aviones de reacción es ser mi enemigo. Ser un defensor de su nación, significa bombardear mi comunidad, ser el mutilador de las piernas de mi amigo Saman cuando solo tenía nueve meses.  

¿Qué estaban pensando los gobiernos iraquí e iraní? ¿Fueron las piernas de Saman tan solo el fragmento de una gota de tinta con la cual los líderes iraníes e iraquíes escribieron sus discursos de odio, los cuales empujaron a los soldados al infierno que ellos habían creado? ¿Qué pensó el piloto? ¿Qué ordenes tenía? “Bombardea ese pueblo para darles una lección a les enemigues de la nación iraní?”

Cuando un avión de combate iraní cayó en el valle donde nací y el piloto sobrevivió, las personas de mi pueblo lo salvaron. Elles no dieron discursos de odio, ni siquiera lo pensaron dos veces. Elles no siguieron las leyes de ningún gobierno. De acuerdo a las leyes no oficiales de mi valle, tú debes ayudar a todo aquel que esté en problemas. Las fuerzas iraquíes hicieron su mejor esfuerzo para hacer que el pueblo del valle les entregara al piloto, amenazas, manipulación y otros métodos. Pero el pueblo lo protegió, le dieron refugio, lo cuidaron y le ayudaron a sanar para que pudiera regresar con su familia. Les miembros de mi comunidad no lo vieron como en enemigo de “nuestra nación.” Elles no consideraron que este hombre había venido a bombardear nuestro valle. Que él podía ser el mismo piloto que le había amputado las piernas a mi amigo Saman. Elles no lo vieron como un representante del gobierno iraní. Elles no permitieron que el gobierno iraquí se lo llevara, lo ejecutara y lo enterrara en una tumba anónima, donde su familia nunca lo podría visitar los jueves en la mañana. Elles lo vieron como un padre que debía regresar con sus hijes, un hijo que debía volver con su madre, un esposo que debía retornar con su esposa. Elles lo vieron como un ser humano con heridas y arriesgaron su propia seguridad para protegerlo de cualquier persona que le fuera a hacer daño. Cuando él se había sanado, elles lo ayudaron a cruzar ilegalmente la frontera para que pudiera estar con su familia y sus seres querides.

Los estados-nación necesitan destruir a las personas con bombas y drones sin ni siquiera saber quiénes son. Deshumanizan a muchas personas convirtiéndolas en individuos del estado, máquinas de propaganda vivientes, soldados, pilotos. Adoctrinándolas con falsas promesas, historias manipuladas y fronteras arbitrarias. 

La mayoría de las personas en mi comunidad no serían menos oprimidas en su territorio si estuvieran ocupadas por los ejércitos iraní o iraquí. Muy poco cambiaría si nuestra tierra fuera incluida en los mapas imaginarios de Irán o Irak. NOSOTRES somos el pueblo del valle y seguimos lo que creemos que es lo correcto porque sin importar cuantas bombas nos arrojen, no permitiremos que nos deshumanicen. 

Cuando mi valle fue liberado de la ocupación iraquí en 1991, el antiguo piloto regresó caminando, pisando la tierra de sus amigos. Él estaba desmilitarizado, desnacionalizado. Él había sido desdeñado, él era libre. Él tenía los pies en la tierra. Él estaba reunido con sus amigues, en vida. 

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