por Jhon Henry Camargo Varela
Se escuchan los disparos
Ser una persona colombiana es crecer en un contrasentido. Tenemos una larga historia militarista creada bajo la idílica y casi fantasiosa idea de defender algo que nadie entiende pero que todo el mundo conoce como “la patria”. En esta historia, como en toda buena historia, tenemos personas amigas y personas enemigas de “la patria”. La gente que define quienes son enemigas, son “coincidencialmente” gente rica y poderosa con dinero suficiente para comprar personas amigas que maten a las personas enemigas.
Vivimos en una paradoja en donde la gente amiga son gente empobrecida que lucha contra gente enemiga que también resulta que son gente empobrecida y en donde quienes nos gobiernan tanto a gente amiga como a gente enemiga, son personas ricas y poderosas a quienes lo único que les importa sobre la sangre que derraman la gente empobrecida es que no les manchen sus trajes.
Un país que asesina
En nuestra larga historia de conflicto armado interno, hemos visto cómo los gobiernos cada vez más mediocres apelan al militarismo y la barbarie como la solución al conflicto armado. Es tanto así, que desde hace 60 años asesinar es clasificado como un trabajo, proteger es sinónimo de asesinar y que asesinar es sinónimo de heroísmo.
Esta estructura militarista que llama héroes a quienes portan un arma, está tan desconectada de la realidad, que no nos explica cómo va a ser héroe quien mata a sus hermanas y hermanos sin tener claridad de porqué lo hizo. Es una estructura tan arrogante como quienes la dirigen y la fomentan, gente tan arrogante y violenta con gente pobre y tan complacientes con gente poderosa.
El buen muchacho
Desde la Casa de Nariño, donde ponen sus traseros los hipócritas, se encuentra el presidente Ivan Duque Márquez que hoy ocupa el cargo de poder más importante del país. Llegó a su puesto por carambola, fue la respuesta a lo que necesitaba el uribismo para cubrir las decenas de cadáveres que cuelgan sobre sus espaldas. Duque, el candidato, era una persona joven, sin personalidad, fácil de manejar, incompetente, pero eso sí, hablaba y mentía tan bien que le rendia homenaje al legado político de su mentor el expresidente Alvaro Uribe.
Duque cumplió a cabalidad lo que el uribismo necesitaba para llegar al corazón del pueblo, y si las lindas palabras del entonces candidato Duque no eran suficientes, siempre habría dineros que podían convencer a aquellas personas convencidas de un cambio pero que tuvieran el bolsillo pelado.
Ese buen candidato es hoy nuestro presidente, un presidente que pareciera que su único papel es hablar bonito, y decir que todo está bien o decir que nada es culpa de él. Este presidente tiene un gabinete hecho a su medida, que raramente dicen ni hacen nada, pero que cuando hacen y dicen es en contra de los pobres y los débiles, y en favor de los ricos y los poderosos.
¡De esta no se me salva!
El pasado 8 de septiembre del 2020, un hombre de 43 años conocido como Javier Ordoñez, fue detenido y electrocutado cerca de 17 veces con una pistola taser mientras les pedía a los policías que lo golpeaban y lo electrocutaban que se detuvieran. Un amigo grabó toda la escena con su celular y les gritaba a la policía que pararan preguntándoles si no estaban escuchando que Javier les pedía que se detuvieran.
La policía no solo no se detuvieron, sino que trasladaron a Javier hasta una estación cercana, donde continuaron golpeándolo, hasta que lo asesinaron. Sobre el asesinato de Javier existen muchas preguntas aun sin resolver, preguntas que deben ser respondidas por las autoridades.
Les corresponde a las autoridades darles justicia a los familiares y garantizar al pueblo colombiano que la policía, encargada de protegernos a todes, no continuará asesinando a las personas que se supone que debe proteger.
La respuesta institucional al asesinato de Javier fue tan mediocre e insuficiente que suscitó en les jóvenes que se identificaban con Javier una rabia. Tan fuerte fue esa ira que la trasladaron a las calles en forma de marchas, protestas, gritos y destrucción, todo con el fin de gritarle al gobierno nacional y a sus instituciones que no pueden ir por ahí asesinando personas sin consecuencias.
Los cuerpos muertos bajo la cama
La indignación de les bogotanes fue tan grande y de tal magnitud, que la policía sintió la “obligación” de responder a los cuestionamientos que los y las jóvenes hacían a la estructura gubernamental encargada de protegerles, y que hasta el día del asesinato de Javier Ordoñez escondía bajo la cama cuerpos de otras personas a las que se suponía debía proteger y que termino asesinando.
En total fueron diez las víctimas fatales de la respuesta armada del gobierno a la protesta por otras víctimas que había producido la policía. Esa noche la policía abusó del uso de fuerza y cometió actos ilegales para enfrentar al grupo de manifestantes, tales como: encapucharse, voltearse las chaquetas para que no les identificaran, usar armas de fuego, varillas, darle armas de fuego a hombres vestidos de civil, golpear en grandes números y de forma desmedida a mensajeres, estudiantes y a cualquier que se les atravesara tuviera o no que ver con las protestas. Esa noche de indignación nos dejó ver al pueblo colombiano que quienes nos cuidan son quienes nos asesinan.
- Jaider Alexander Fonseca de 17 años
- Julieth Martinez de 18 años
- Fredy Mahecha de 20 años
- German Smith Puentes de 25 años
- Andres Rodríguez de 23 años
- Angie Vaquero de 19 años
- Julián Gonzales de 27 años
- Cristian Andres Hurtado de 31 años
- Lorwuan Estiben Mendoza de 28 años
- Jaider Fonseca de 17 años
Ellas son las personas asesinadas por la policía nacional de Colombia, esa grandiosa institución que hasta el día de hoy esconde bajo su cama diez muertos más.
El Tío Sam se lava las manos
En algún otro país del mundo y que claramente no es Colombia, el asesinato es un crimen y no una profesión que se paga mejor que otras profesiones. Aqui en Colombia la respuesta del gobierno al asesinato de Javier Ordoñez y a la brutalidad policiaca contra les manifestantes “imágenes más, imágenes menos” fue la siguiente:
No se si vale la pena explicar las imágenes, pero sí es importante decir que la imagen de la izquierda es un tweet del presidente de Colombia que se entiende como: “No debemos ser violentos, y aunque se ha usado la violencia, debemos dejar de ser violentos.” Traducción: Solo nosotres podemos ser violentes.
Mientras que la imagen de la derecha donde se ve a nuestro presidente usando el uniforme de la policía, no hace más que poner sobre la mesa una realidad que ya todes conocemos y es que Colombia se está convirtiendo abiertamente en una dictadura donde prima el militarismo, la represión y la violencia desmedida contra la gente empobrecida. Hay que exigir a los gobernantes que dejen de mirarle los ombligos a quienes manejan los bancos y las empresas y empiecen a limpiarse las manos que las tienen llenas de sangre.
El gobierno nacional ha utilizado todo tipo de excusas para deslegitimar la indignación que sienten muchas personas de Colombia por el uso desmedido de la fuerza por parte de la policía. Esas excusas oscilan entre los siguientes postulados:
- Que grupos armados ilegales tales como la guerrilla de las FARC y el ELN o financiaron, o manipularon, o obligaron, o animaron, o infiltraron, o abducieron toda la gente protestante y que los asesinatos cometidos por la policía y la falta de justicia y verdad no es suficiente razón para marchar y protestar
- Que no está bien utilizar las marchas como excusa para el “vandalismo”, que no está bien lo que hicieron los y las manifestantes.
¿Pero si está bien asesinar a los y las manifestantes?
- Que nadie dio la orden, que la policía sale por ahí asesinando personas porque un día se despertaron con ganas de matar, y de repente asesinaron y/o/u violaron a el o la primera con el o la que se tropezaron en la calle.
¿En serio?
- Que la institución ni la estructura militar no fue diseñada para asesinar y que solo son manzanas podridas que afectan la imagen de nuestra grandiosa institución militar, que como se les ocurre al pueblo colombiano exigir una revisión estructural de la policía, que eso no es posible, que #YoTambienSoyPolicia
Una institución sin políticas de revisión es una ridiculez.
- Que va a haber judicialización, que ya hubo personas despedidas y hay personas investigadas, que nos tranquilicemos, que todo va a salir bien, que debemos confiar en nuestras instituciones dictatoriales compuestas todas por amiguitos y amiguitas del jardín de nuestro presidente.
Qué confianza nos dan.
- Que los y las manifestantes no fueron asesinadas. Que no usemos ese lenguaje que no nos permite la reconciliación.
Claro, los y las manifestantes corrían hacia las balas para que las balas les mataran y así dañar la imagen a la policía.
¡No más, por favor, no más! ¡No puedo respirar!
No vamos a darle legitimidad al uso de la violencia como forma de protesta, pero tampoco vamos a sumarnos a las voces opresoras que pretenden, bajo la excusa de criticar la violencia, silenciar las voces cansadas e indignadas del pueblo colombiano.
Que quede claro que cuando una estudiante grita, grita por la falta de inversión en la universidad pública y la falta de garantías para el acceso a la educación.
Que quede claro que cuando un campesino grita, grita por los desplazamientos que sufren el campesinado de sus territorios, territorios que hoy pertenecen a grandes terratenientes.
Que quede claro que cuando una mujer grita, grita por el aumento de la violencia contra las mujeres y los feminicidios que son invisibilizados por un sistema patriarcal y machista que se niega a cambiar.
Que quede claro que cuando una trabajadora grita, grita por la precarización de los derechos laborales, la falta de empleo y los despidos masivos de mano de obra.
Que quede claro que cuando un profesor grita, grita por la falta de infraestructura en las escuelas, la falta de garantías laborales y de salud y el asesinato del profesorado en distintas regiones del país.
Que quede claro que cuando una defensor de derechos humanos grita, grita por el asesinato, las amenazas y las faltas de garantías que viven hoy en día quienes defienden de la vida.
Que quede claro que cuando un defensor del medio ambiente grita, grita por el modelo económico que quiere imponer el gobierno a costa de la naturaleza que es la verdadera garantía de nuestra existencia.
Que quede claro que cuando un indígena grita, grita en contra del sistema racista que les asesina, les invisibiliza y alza en sus territorios sagrados altares en honor a les colonizadores.
Que quede claro que cuando el pueblo colombiano marcha, es porque existen razones de sobra para ir a marchar, nosotres los Equipos Cristianos de Acción por la Paz, apoyamos la protesta social, aquella protesta legítima que grita ante las puertas de la gente poderosa ¡No más, por favor, no más! que ¡No podemos respirar!