El 14 de marzo del 2021, el Primer Ministro israelí Benjamin Netanyahu visitó la antigua Susiya en las colinas del sur de Hebrón. La visita tenía como objetivo abrir un museo en la zona arqueológica de Susiya. Esta visita ha desencadenado la identidad palestina de este lugar motivando a decenas de palestinos a congregarse entre la antigua Susiya y “Khirbet Susiya”, lugar al que fueron desplazadas por la fuerza las personas palestinas. La multitud se reunió para rechazar la visita de Netanyahu y las consecuencias que ésta pueda traer tales como más amenazas de demolición o más promesas para los colonos. Para entender en profundidad la situación que confrontan las familias de Susiya tenemos que recordar la historia. La comunidad de la aldea de Susiya vivía pacíficamente en “Al-Qaryteen”, una aldea al norte del Néguev, hasta la Nakba cuando tuvo que abandonarla por culpa de la guerra. En ese momento, se trasladaron con las ovejas que pudieron llevar hasta Susiya. En una visita a “Khirbet Susiya”, ECAP Palestina habló con un hombre palestino de 75 años quien nos contó su historia. “Nos asentamos en Susiya porque somos granjeros y viajamos con nuestras ovejas. Vivíamos aquí con seguridad bajo el control de Jordania”, dijo.
Después de la Naksa, en 1983, el asentamiento israelí de Susiya fue construido y en 1986 las tierras fueron confiscadas para “fines públicos”. El ejército israelí desplazó por la fuerza a las personas palestinas que vivían en Susiya declarando que era un sitio arqueológico judío. Algunas familias abandonaron la aldea por completo, pero otras familias que tienen tierra cerca a Susiya se asentaron en las tierras de sus familias, lugar que ahora llaman “Khirbet Susiya”.
La aldea original de Susiya actualmente se llama “Antigua Susiya”, y muchas plataformas de turismo internacionales incluyendo TripAdvisor, la consideran un sitio arqueológico israelí. Tiene un parque nacional donde la gente tiene que comprar un boleto para poder entrar.
El ejercito israelí ha demolido la aldea palestina en varias ocasiones, la más importante de todas fue en el 2001. El ejercito llevó a cabo un castigo colectivo tras el asesinato de un colono israelí. Desde ese momento, la gente de Susiya vive en malas condiciones de vida y de salud, en carpas y cuevas. La administración civil se negó a proporcionar un plan maestro para la aldea que permita a sus residentes construir casas legalmente y conectarse a las redes de agua y energía. También rechazó las aplicaciones para permisos de construcción que hicieron las familias.
Muchas organizaciones de derechos humanos internacionales e israelíes han estado intentando presionar al gobierno israelí para que prepare un plan maestro para la aldea, pero estos intentos son bloqueados cada vez.
Las personas palestinas viven en una jaula donde solo pueden moverse con sus ovejas hasta una distancia limite. Si cruzan esta frontera invisible son legalmente responsables de cualquier cosa que les pueda ocurrir incluyendo un ataque de colonos.
Al mismo tiempo, los colonos israelíes construyen nuevos puestos de avanzada alrededor del asentamiento y la aldea, y han atacado varias veces a las familias. Estos ataques incluyen daños a la propiedad como la tala y quema de árboles, pero también ataques físicos a personas palestinas que ocasionan problemas de salud graves. Las investigaciones de muchos de estos incidentes se cierran por falta de pruebas suficientes o porque no se conoce al infractor. Las familias se turnan por la noche para proteger la comunidad. Cada noche un par de hombres vigilan la aldea en caso de que los colonos lancen cualquier tipo de ataque.
La comunidad intenta hacer valer sus derechos y apela cada orden de demolición que recibe. Al mismo tiempo, la gente está en constante espera de que sus casas sean demolidas en cualquier momento, o que ocurra un milagro que detenga tanta injusticia.
Le pregunté a alguien de la comunidad ¿por qué no presenta una queja? Me contestó, “ya estamos haciendo eso, pero ¿con quién te quejas si tu adversario es el juez?”
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