Argelia. Grecia. Canadá. Estados Unidos. Palestina/Israel. Este verano los cielos se tiñeron de rojo mientras los bosques ardían. El mundo está literalmente en llamas. Ahora, apenas dos meses después, las tierras arrasadas de la llamada Columbia Británica no pudieron contener las lluvias, ocasionando grandes inundaciones que arrasaron ciudades y pueblos, cortando el paso entre Vancouver y el resto de Canadá.
En agosto, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático publicó su último informe – el mundo se está calentando. Si no hay un cambio inmediato y drástico de nuestras emisiones de carbono, las sequías, incendios forestales e inundaciones se volverán pan de cada día.
En noviembre se reunieron delegades en Glasgow para adelantar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), la cual fue promocionada por los medios de comunicación como un “punto de inflexión” para contrarrestar el cambio climático y mantener el calentamiento por debajo de los 1.5 grados. ¿Cuál fue el resultado? En resumen fue un fracaso. Pero el problema no radica en las negociaciones, las peticiones y los límites, el problema es mucho más grande. El discurso se enfoca en contrarrestar el estado actual de “perdidas y daños” por medio del cambio de tecnologías (por ejemplo, remplazar el transporte con gasolina y gas por tecnologías eléctricas) y pagar por los daños que no tienen reversa. Esta “sostenibilidad” es una farsa ecológica. Nuestro futuro depende de la decolonización de las sociedades capitalistas imperialistas que son la causa de la destrucción ambiental.
Los caminos para la decolonización ya han sido trazados: el Acuerdo de 2010 del Pueblo de Cochabamba y la Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra, el Acuerdo de la Madre Tierra de 2011, la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de 2017, los Principios Indígenas para una Transición Justa de 2018 y más recientemente, el Red Deal.
Escrito por la Nación Roja, un colectivo de activistas indígenas dedicados a la liberación de los pueblos indígenas del capitalismo y el colonialismo. El Red Deal es un manifiesto para salvar la tierra. Ha sido escrito en respuesta a la resolución del Congreso de los Estados Unidos sobre el Nuevo Acuerdo Verde (GND)* y la actual crisis del capital, del medio ambiente y de los derechos indígenas que azota la Isla Tortuga.
El cambio climático es uno de los muchos síntomas de un mundo que ha perdido el balance. Para poder reconectarnos como seres humanos y con otros seres vivos no humanos, la decolonización debe ser central. El ambientalismo por si solo no puede salvarnos de la explotación humana y ambiental. Necesitamos movimientos que se centren en la solidaridad indígena para desmantelar los sistemas capitalista e imperialista, y movernos en una dirección que nos permita cuidar y adoptar la filosofía simple de ser une buene familiar (The Red Deal, 146)
Utilizando la pandemia del Covid-19 como ejemplo, el Red Deal nos muestra como las elites dominantes en el capitalismo se benefician constantemente con las crisis, asegurándose de que el mito de la escasez se imponga sobre las masas mientras que ellas se llenan sus bolsillos con abundancia. El capitalismo necesita una crisis inmobiliaria, desalojos masivos, desempleo, refugiades, y desastres provocados por el cambio climático para beneficiarse de una población sobrante. Mientras que las elites acumulan riqueza, las personas comunes pasan penurias día a día. La Red Nation escribe, “unes poques se están apoderando de los botes salvavidas mientras que le hacen agujeros al barco que se está hundiendo” (19). El reciente vuelo de Jeff Bezos al espacio ilustra perfectamente esta situación. Mientras que el mundo arde por el cambio climático, Bezos paga aventuras en el espacio que cuestan millones de dólares con el dinero acumulado a través de la explotación de les trabajadores de Amazon que ganan sueldos de miseria.
La decolonización no se limita a terminar con la violencia dentro de las fronteras de la Isla Tortuga. Para les autores del Red Deal, la decolonización también demanda acabar con el imperialismo. El año pasado los Estados Unidos salieron corriendo de Afganistán mientras que los talibanes retomaban el control del país después de 20 años de ocupación occidental imperialista. Las guerras imperiales son una extensión del colonialismo occidental. La Red Nation escribe, “Las guerras contra les indígenas nunca terminaron, Estados Unidos simplemente fabricó nueves indígenas -nueves terroristas, insurgentes y enemigues- para justificar su continúan expansión” (63). Esta expansión ha resultado en la creación de bases militares estadounidenses en todo el mundo. El grito decolonial de “regrésennos la tierra” no se limita al retorno de la tierra a los pueblos indígenas en la Isla Tortuga, también incluye el regreso de la tierra donde los Estados Unidos, y yo incluiría a Canadá, ha implementado bases militares. Es un “regrésennos la tierra” en Irak, Cuba, Colombia, Malí, y cualquier otro país donde el imperialismo occidental ha seguido apropiándose de las tierras que no les pertenecen.
Cuando trabajamos por la justicia climática, las reglas del juego deben cambiar radicalmente. No podemos simplemente remplazar la extracción de combustibles fósiles con la extracción de energías renovables, replicando las injusticias e inequidades existentes entre el Norte y el Sur global (115).
Las elites dominantes han corrompido nuestra comprensión del valor. Nuestras economías le han puesto una etiqueta de precio al agua, los árboles y el aire. El Red Deal cita la académica neyihaw Emily Riddle, quien argumenta que “las tradiciones políticas europeas nos quieren hacer creer que ser soberanos significa ejercer control exclusivo sobre un territorio, mientras que las tradiciones políticas indígenas nos enseñan que es a través de nuestras relaciones con otres que somos soberanos, que compartir no es un signo de debilidad sino una gran muestra de diplomacia y fortaleza” (129).
Les Defensores Indígenas de la Tierra y les Protectores del Agua están en las primeras líneas, no solamente para proteger las aguas sagradas de Wedzin Kwa en territorio Wet’suwet’en o el sagrado manoomin (arroz salvaje) en territorio Anishinaabe, sino para asegurarse que nuestro mundo tenga un futuro.
La elección que tenemos al frente es simple, en palabras de la Red Nation, “decolonización o extinción.”
*GND, por sus siglas en inglés, fue una propuesta para que les legisladores estadounidenses desarrollaran el marco legal para salvar a los Estados Unidos del cambio climático. Promovido por la representante Sandra Ocasio-Cortez y el senador Ed Merkey, el GND ha sido descrito como “ecosocialismo” porque intenta combinar la justicia ambiental con iniciativas anticapitalistas. Aún así, para les escritores del Red Deal, el GND no hacía mucho para crear cambio a partir de la decolonización.