El pueblo palestino lleva mucho tiempo cuidando su tierra, ocupándose de la agricultura, la fauna y los árboles. Esta arraigada conexión con la tierra es parte integral de su auténtica cultura e historia, enfatizando su inquebrantable compromiso con su conservación. Las personas palestinas han pagado y siguen pagando, un alto precio con su sangre para permanecer en la tierra.
La persona agricultora palestina trabaja para cuidar la tierra, los cultivos y los árboles, a menudo como la única fuente de ingresos que heredaron de sus antepasados. Estos árboles centenarios se consideran integrantes de la familia, mientras la persona agricultora traza su crecimiento y recibe el regalo de los frutos.
Desde la Ocupación Israelí de Palestina hasta nuestros días, las personas agricultoras palestinas han sufrido ataques, ya sea por el ejército israelí o por los colonos, incluyendo la confiscación de sus tierras y la construcción de asentamientos en ellas.
Casi todos los días, la Ocupación confisca tierras palestinas para construir carreteras para los colonos o construir asentamientos. Las autoridades israelíes establecen intencionadamente asentamientos cerca de los lugares más fértiles para la agricultura. Cuando se construye un asentamiento ilegal israelí, se impide a las personas agricultoras palestinas el acceso a sus tierras por motivos de «seguridad». Incluso si una persona agricultora consigue entrar en su tierra, es probable que esta sea atacada por colonos o personas soldado y, en consecuencia, sea detenida.
La Ocupación también toma el control de los pozos artesanales y deliberadamente derriba otros pozos de agua comunitarios de los que dependen las personas agricultoras palestinas para regar los cultivos, reduciendo la cantidad de agua asignada a la agricultura y a menudo obligando a las personas agricultoras a abandonar sus tierras. Entonces, las fuentes de agua se transfieren a los asentamientos israelíes a expensas de la persona agricultora palestina. Las autoridades de la Ocupación impiden la perforación de nuevos pozos de agua y pozos artesanales. También impiden la importación de muchos productos agrícolas que las personas agricultoras palestinas necesitan para producir, mientras que se permite a las granjas de colonos pleno acceso a todo, desde fertilizantes hasta agua. Esto repercute gravemente en la competencia de mercado con la persona productora palestina. Por si fuera poco, la Ocupación también vierte residuos de los asentamientos en tierras agrícolas palestinas. A pesar de estos difíciles desafíos, las personas palestinas siguen intentando por todos los medios entrar en sus tierras y cultivarlas.
Pero una vez plantadas las tierras, llegan los colonos y destruyen los cultivos, cortan el suministro de agua y talan o queman los árboles. Muchas personas agricultoras palestinas han sido víctimas de palizas y de lesiones por parte de los colonos bajo la protección de personas soldado israelíes. La persona agricultora palestina se encuentra indefensa e impotente ya que carece de algún apoyo significativo.
La violencia aumenta durante la temporada de cosecha de la aceituna, cuando las personas agricultoras y sus familias se convierten en un blanco fácil para los colonos. El árbol de olivo y la cosecha suelen ser el primer objetivo de los colonos, por su profundo simbolismo de paz dentro de la historia y de la cultura palestina.
Oremos por las personas agricultoras palestinas sometidas a los crímenes más atroces de confiscación de tierras, control del acceso a la tierra y al agua, palizas y destrucción de las cosechas. Oremos por todos los árboles fructíferos y perennes. También por los árboles de la paz, los árboles de olivos, los cuales son quemados y talados por los colonos diariamente en Palestina. Oremos por cada árbol que es arrancado de su lugar, y por cada persona agricultora que planta un nuevo árbol.