Miles de personas palestinas languidecen en cárceles israelíes simplemente por existir y defender su derecho a vivir libremente en su tierra ancestral. Entre ellas hay padres, madres, niñes, ancianes – cada una con historias de resiliencia y de dolor. Muchas padecen enfermedades y lesiones crónicas, pero siguen privadas de atención médica adecuada y son sometidas a negligencia médica deliberada y tortura física y psicológica.
Entre los muros de estas prisiones hay niñes menores de 14 años, a quienes se les ha robado su infancia y obligado a crecer entre rejas. Hay madres separadas de sus hijes y familias, que añoran cada día ver los rostros de sus seres queridos. Hay mujeres que, a pesar de su vulnerabilidad, soportan palizas y duros interrogatorios. Y hay hombres ancianos, cuyo único “delito” fue mantenerse firmes contra la ocupación, que sufren humillaciones y penurias diariamente.
En la actualidad, más de diez mil personas palestinas llenan estas prisiones, soportando un sufrimiento inimaginable. Se enfrentan a celdas superpobladas, a mala alimentación, trato degradante y a la ansiedad constante de un futuro incierto. Su único “cargo” es la defensa de sus hogares, sus familias y su dignidad, frente a los colonos que llegan de todo el mundo para reclamar una tierra que ha sido palestina durante generaciones.
Para muchas familias de personas presas, el dolor no termina a las puertas de la cárcel. A menudo se les niega el derecho de visita, se les mantiene a oscuras sobre la salud y el bienestar de sus seres queridos y se les deja sin medios de contacto, obligadas a confiar únicamente en las oraciones, la esperanza y los recuerdos.
No les olvidemos. Oremos por cada madre cuyo corazón suspira por volver a ver a su hije; por cada padre que anhela abrazar a su hija; por cada familia desesperada por oír siquiera una palabra de su ser querido tras las rejas. Oremos por el día en que estas familias se reúnan, por el día en que nadie en el mundo tenga que soportar la separación forzosa de sus seres queridos.
Que nuestras oraciones y nuestra solidaridad sean una luz en su oscuridad y un recordatorio de que su lucha no pasa desapercibida y su resiliencia no es en vano.