RedECAP
22 de octubre, 2012
REFLEXIÓN DE AL- KHALIL (HEBRÓN): Vivir con
lo absuro
Montar a un techo por dos escaleras de mano, luego
pasar por un hueco en el muro para ganar la entrada a su propia casa – eso es
la experiencia diaria de una familia palestina viviendo en Hebrón. Otros
también son sujetos a tales locuras con variaciones menores, por ejemplo usando
una soga en lugar de una escalera.
¿Porqué todo esto? Lo que pasa es que sus hogares dan
a la calle Shuhada, donde el paso está permitido solamente a colonos israelíes.
Los militares israelíes cerraron esta calle a los palestinos en el año 2000. A
nombre de la seguridad de los colonos, escogen hacer caso omiso de una decisión
de la Corte Suprema de Israel en 2003 que declaró inválido el cierre y ordenó
que la calle se abra nuevamente a palestinos.
Un residente palestino contó cómo fué obligado a bajar
un muro en su patio de atrás cargando en sus hombros a su mujer, que estaba de
parto, para ganar acceso al camino al hospital. ¿Porqué? Las autoridades de la ocupación
israelí no le permiten usar el camino que lleva a su casa.
Los niños escolares tienen que pasar por retenes
militares constituidos de torniquetes y contenedores equipados con detectores
de metal y puertas eléctricas que pueden ser cerradas al gusto por soldados
fuertemente armados, atrapando a los niños y profesores adentro. A pesar de la
ley internacional que defiende el derecho de los niños a la educación, están
sometidos diariamente a esta situación miedosa. A veces, soldados rebuscan sus bolsos
escolares o registran a los profesores, humiliándoles delante de sus
estudiantes.
Un recorrido semanal de la Ciudad Antigua por colonos
israelíes presenta otra ridiculez. Las actividades del mercado palestino quedan
suspendidas cuando llegan grupos de colonos, acompañados por una patrulla
grande de soldados israelíes. Mientras pasan por el lugar, los palestinos se
ven obligados a buscar vias alternativas para llegar a sus casas, aunque se
sitúen solamente a unos pasos más allá. Otros simplemente tienen que esperar a
un lado antes de poder seguir haciendo sus compras. Mientras tanto, otros
soldados se habrán posicionado en los techos de casas palestinas, cerrando aún
mas el cordón.
En esta sección de Hebrón, que está bajo el control
total del ejército israelí, viven 30,000 Palestinos y unos 500-600 colonos
israelís protegidos por 3,000 soldados israelís. ¿No constituyen estas mismas
cifras otra ridiculez más?
Sin embargo, persiste la esperanza, como la expresa la
escritora palestina-americana Ibtisam Barakat en sus memorias, «Tasting the Sky: A Palestinian Childhood«
(«Saborear el Cielo: Una Niñez
Palestina«):
«A Alef, la letra
que inicia los alfabetos
tanto de árabe como de hebreo –
dos lenguas semíticas,
hermanas durante siglos.
Que encontremos la lengua
que nos lleve
al único hogar que existe —
al corazón del uno y del otro.
…
Alef sabe
Que el hilo
De una historia
Sutura
Una herida.»
Abraham Heschel escribió que «hablando moralmente no hay límite a la preocupación que uno debe sentir por el sufrimiento de seres humanos»; «la indiferencia al mal es peor que el mismo mal»; y «en cuanto a las crueldades cometidas en nombre de una sociedad libre, algunos son culpables, pero todos somos responsables.» Cómo podemos asumir nuestras responsabilidades en esta situación absurda?