Buscamos plenitud de vida, la libertad de estructuras opresivas y, relaciones liberadoras y amorosas entre nosotres, nuestra tierra y lo divino.
Desde agricultores Kurdes hasta Colombianes quienes se resisten al desplazamiento de las tierras que cubren las necesidades de sus familias.
Desde los pueblos Indígenas de la Isla Tortuga y de Abya Yala hasta los de Mesopotamia y ash-Shams quienes resisten los genocidios y protegen lo que es sagrado y que da vida.
Desde niñes que desafían la injusticia de las fronteras trazadas artificialmente cruzando el Mar Egeo hasta aquelles que lo hacen sobreviviendo a un paseo por el desierto de Sonora.
Desde comunidades que se niegan a dejar que su miedo a la invasión de las fuerzas armadas los expulse de sus hogares hasta aquelles cuyo terror a las bombas lanzadas por drones extranjeros no puede evitar que permanezcan en sus aldeas.
Desde activistas de la sociedad civil y defensores de los derechos humanos hasta nuestres vecines, tú y yo, quienes no aceptamos el mundo tal como es.
Nuestro anhelo por un mundo construido sobre relaciones liberadas y liberadoras es más fuerte que el poder de los estados nacionales, los presidentes dictatoriales, las corporaciones codiciosas, los ejércitos despiadados y las mentalidades opresivas.
Una promesa de que, «Aquellos que buscan, encontrarán» resuena en voz alta.
Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
(Mateo 6:10, Biblia)